sábado, 31 de diciembre de 2011

Feliz 2012


Bueno, quiero agradecer a toda la gente que ha seguido con regularidad este blog su esfuerzo por seguirme en cada relato que escribo y cada chorrada que publico, sin vosotros no estaría tan animado a escribir así que, espero que de verdad os gusten mis historias y que de verdad hayáis disfrutado de ellas.

Tal vez este no sea el mejor blog del mundo, pero no engaño a nadie, este es un blog de historias abierto para quién las quiera leer, por lo que acepto sugerencias.

Para este año 2012 me he propuesto hacer categorías para que las historias sean más accesibles y se sepa desde un principio a que nos atenemos, es decir, habrá categoría de acción, drama, suspense... Ya pensaré como hacerlo, pero estas categorías irán surgiendo a lo largo del año, tampoco de forma inmediata.

Sólo puedo decir que espero que hayáis disfrutado de las historias y que sé que no todas serán de vuestro agrado pero que no dejéis de leer por ello tampoco ya que tengo historias de todos los gustos y sabores, espero que en 2012 también pueda producir muchas más cosas de las que he producido este año, que han sido más bien escasas la verdad.

También quiero hacer un especial agradecimiento a mis mejores colegas que siempre están en mis momentos más oscuros y me hacen sacar sonrisas capaces de ver un mundo de luz: Jorge, Eser, Diablo, Fernando, Ichigo, Adrone, Irene, Paola... Sin ellos tampoco sería posible mantener en pie un blog como "La Piedra Carmesí" así que, muchas gracias por estar allí, porque hacéis que un Don Nadie como yo se sienta capaz de cualquier cosa, así que un abrazo a todos y seguro que me he olvidado de algún nombre importante, así que no me lo tengáis en cuenta.

2011 ha sido un año lleno de risas y uno de los mejores que he pasado en toda mi vida hasta el momento, me duele mucho que se vaya a acabar más pero, tengo el presentimiento de que 2012 va a ser igual o incluso mejor que su predecesor, aún quedan muchas cosas por ver.

Así que, termino mis últimas líneas recordando los grandes momentos del año. En el último vídeo que grabó Eser de Sombras Anónimas, él me preguntó cuál ha sido el mejor momento del año. Teniendo en cuenta que todos los momentos que paso con los colegas son muy grandes momentos me es muy difícil elegir un sólo momento, pero he recordado un momento que fue muy épico que pasó con nuestro clan "Atypical Geeks".

En una batalla de la liga de clanes, la única que hemos luchado hasta ahora y que creo que vamos a luchar por culpa de las trampas de la gente. Recuerdo un momento en el que estaba junto a Jorge, él con su mandoble, protegiendo la bandera de nuestro equipo. En ese momento, vino un chaval corriendo de una forma muy muy extraña, como una especie de saltimbanqui o duende extraño y, entonces, Jorge le dio en todo el culo con su mandoble, como si de un azote a un chico que ha hecho algo malo se tratase. El chico, salió corriendo de forma patética hacia su correspondiente rest pawn, como si se hubiese quemado el culo con la lava de un volcán. Hay que vivirlo para verlo, fue una de las cosas más graciosas que he visto en mi vida. Luego Jorge me dijo que era un mamón por reírme, o algo así, ¿Pero como no hacerlo ante tan ridícula escena? Que carácter el de nuestro capitán.

Siento no haber dicho que ese fue el momento más épico del año para mí (Al menos el de más risas) quería haberlo dicho para Sombras Anónimas, que le vamos a hacer, me vino después del reportaje.

En fin, creo que esto es todo lo que puedo decir. Gracias a todos por seguirme y por comentar, aunque parezca algo insignificante eso me hace feliz, así que sólo os pido, que sigáis ahí leyendo las historias con entusiasmo y, aunque no os gusten, alguna saldrá que os gustará. Os deseo lo mejor y por supuesto un buen...

Año


martes, 20 de diciembre de 2011

No Soy Un Asesino - Capítulo 2 Vincent Dallas


Capítulo 2 Vincent Dallas

La misión me dejó mucho más agotado de lo que podía imaginar, apenas puede descansar, ni siquiera tuve tiempo de entregar mi informe a los Moradores de la Noche. El mundo se me derrumbaba a pedazos, mientras caminaba por las angostas y laberínticas calles de la antigua Ankara la luz anaranjada del cielo se iba abriendo paso. Según dicen, antes del desastre del 2012 el cielo era azul y sus habitantes las nubes blancas o grises, dependiendo de la temperatura. El cielo había sustituido su antiguo color azul claro por un naranja-azulado, aunque las nubes seguían siendo o bien blancas o bien grises.
Debido a la contaminación que dejó el holocausto y la tercera guerra mundial, era buena idea alejarse en temporadas de lluvia, o salir con un mono especial. Los residuos químicos de las industrias que fueron destruidas, una vez más, por gentileza del desastre de 2012 y la tercera guerra mundial habían provocado el fenómeno conocido como lluvia ácida. Nuestros campos se morían y quedaban no fértiles en lugar de poblarse de bellas flores, los pastos se morían al no poder comer la hierba del campo, antiguamente verde, actualmente yermo. Las cosechas debían hacerse en refugios e invernaderos debidamente habilitados para ello. En el caso de los animales era lo mismo, debían estar guarecidos para que su piel no se echase a perder. Esta crianza tan exhaustiva y dedicada proponía precios exageradamente altos en los campos, pero si no se pagaban te morías de hambre, así que ocasiones los mercaderes permitían trueques, es decir, cambiar algo de valor a cambio de comida, o algo que ellos necesitaran.
Al caminar por este mundo, me doy cuenta de que todo es artificial. El cielo, las cosechas, los animales, las personas… Edificios altos y portentosos ya no eran útiles en ciudades en las que se vivía con un sentimiento de miedo constante en el cuerpo. Al fin y al cabo, la guerra que comenzó en el año 2027 no terminó en el año 2050 como pone en los libros. Lo real es que la guerra continua, tal vez ya no saquen sus soldados al patio a jugar con sus tanques y aviones a hacer la guerra, tal vez ya no se vea sangre derramada por las calles, pero la guerra sigue en estado frío. La guerra empezó por lo de siempre, después del holocausto del 2012 el mundo cambió radicalmente y las grandes potencias del mundo habían perdido recursos e influencia así que, comenzaron a pelearse entre ellos para ver quién debía ser la máxima influencia y dirigir a los demás tal y como lo hacía Estados Unidos antaño. Ahora la gente ni siquiera se acordará de que su país se llamaba Estados Unidos. El mundo cambió, la distribución que conocíamos es ahora totalmente distinta y los dirigentes de los países decidieron poner nuevos nombres a los países con el fin de poder seguir adelante y olvidar el dolor del pasado. Eso fue un año antes de que estallase la guerra por el poder. Por aquél entonces, se hablaba de unidad entre los países.
Mucha gente murió, el mundo cambió aún más, algunos olvidaron hasta porque luchaban hasta que, finalmente, decidieron que mostrarían quién sería el más poderoso de una forma políticamente correcta. Mi opinión personal al respecto es que simplemente no querían perder más recursos de los que ya se habían perdido y rearmarse para volver a la guerra en cualquier momento, pero así ha permanecido hasta hoy en día y de momento, no parece haber ninguna solución ni siquiera remotamente cercana, creo que los dirigentes ya no saben ni porque era la guerra, pero tampoco les importa. Sacan provecho de ello.
Mis ojos se detienen por el camino a observar los refugios de hormigón y contrachapado que simulan un hogar, diminutos receptáculos de endeble seguridad y aún menor confort. Veo niños delgados con la cara chupada pidiendo limosna. Algunos llevan carteles escritos por sí mismos otros sólo acercan el vaso con la esperanza de que caiga una moneda dentro. Hay otros grupos que se reúnen en los callejones para esnifar pegamento y liar tabaco de pega que, por lo menos, cálculo que debe ser unas cinco veces más perjudicial que el tabaco normal, pero el tabaco “normal” es muy difícil de encontrar, ya que dejó de fabricarse después de 2012 y el poco que quedó fue guardado muy cuidadosamente por soldados y gente adinerada.
Mis pasos me llevan por el barrio rico. Incluso allí me encuentro con gente vestida con harapos reclamando caridad, supongo que pensarán que es más fácil que alguno de la nueva clase alta se apiade de ellos. Qué inútil esperanza, estos pobres ignorantes no saben que a los ricos sólo les interesa invertir su dinero a causas que les puedan producir más dinero si no, es sólo una pérdida.
Al fin llego a la comisaría. Lejos de tener un centro especializado de investigación, trabajo en una modesta comisaría, tal vez un poco más grande que una normal, con un par de habitáculos que simulan unos laboratorios con un pésimo instrumental. Mi trabajo como médico forense es muy duro, la falta de instrumental me obliga a agudizar mi ingenio y a ser práctico. Soy de los mejores sí, pero me cabrea mucho el hecho de que, algo que podría solucionarse con un simple análisis, se soluciona realizando múltiples tinciones o simulando la potencia y rapidez que tiene una máquina con complejas pruebas. A veces hasta resulta imposible poder cotejar una prueba o determinar ciertos hechos. Se hace lo que se puede con lo que se puede en una sociedad donde sólo sobrevive el más fuerte y donde la gente suele tomarse la justicia por su propia mano.
Nada más entrar por la puerta del que creo que es de los pocos edificios ordinarios que quedan en este mundo. La recepcionista me recibe con una sonrisa, observa mi identificación (No tengo placa) y sin despegarse de su sonrisa se levanta y me pide la tarjeta tendiendo la mano en un amable gesto.
-Buenos días Vincent. –Me saludó.
Por desgracia, ahora ya soy Vincent al cien por cien. Vincent Dallas es un tipo amable, gentil, humilde y un genio en su trabajo. Detallista, sincero, carismático, tímido y poco hablador, aunque siempre gentil, sagaz y trabajador… Me cansa mucho definir mi falsa personalidad, al fin y al cabo, es tan falsa como la de todos los demás.
-Buenos días Sarah, ¿Qué tal tú día? –Pregunté mientras pasaba por el pasador que sólo las tarjetas identificadoras como la mía o el código de las placas es capaz de abrir.
-Hoy está siendo un día muy aburrido Vincent, no ha pasado nada.
-¡Vaya!, Parece que no me perdí nada en mi día libre.
-Tienes los informes de ayer en la mesa.
-Gracias, eres un cielo. –La halagué con mi mejor sonrisa fingida. –Aunque me parece muy extraño que no haya nada… Tal y como están las cosas.
-Sí… es muy raro… -Asintió ella en un gesto distraído y preocupado. –Aunque bueno, eso también significa que por una vez hay algo de paz. Es gratificante.
Iba a subir ya las escaleras hacia el piso de arriba, la zona de despachos, despachos compartidos añado, ya que en una sola sala había por lo menos tres mesas de trabajo, nada de despachos personales, salvo el del capitán. Ya había puesto el pie en el primer escalón cuando la voz de Sarah me detuvo de nuevo.
-¡Espera Vincent!, Hay un chico ahí arriba, ¿Podrías hablar con él?
-¿Qué hace un niño aquí y por qué tengo que hablar con él? –Dije en tono amable a pesar de que internamente lo veía un total fastidio.
-Vino hace un rato y preguntó por el capitán Hyde.
-¿Por el capitán? –Según terminé la pregunta vi la luz. Sarah es de esas personas que se sienten mejor ayudando a los demás. Como si las buenas intenciones le sacasen a alguien del hoyo, porque eso era Sarah. Mucha buena intención y poca acción.
-Has dejado entrar al chico, ¿Verdad?, ya podías haber puesto una excusa mejor, que eso. Además, ¿Por qué he de encargarme yo de esto? –Finalicé dejando claro al fin mi desgana por el asunto.
-Pues porque eres una buena persona Vincent, y sé que lo harás bien. –Contestó ella con una amable sonrisa.
Si ella supiera… Pero supongo que no quedaba más remedio que ocuparse de ello. No es lo que Rekkie-Maru haría, pero ahora no soy Rekkie-Maru, soy Vincent Dallas. El tipo más hipócrita sobre la faz de la Tierra y lo que haría Vincent sería ocuparse del maldito crío, que decir que no me gustan para nada lo niños y cuando más pequeños son, más ruido hacen. Finalmente, subí las escaleras rezando para que no metiese mucho ruido.
Ignoro la razón de porque la gente se fía de mí para estas cosas, nadie parece notar que Vincent es sólo una farsa lo cual me lleva a pensar que, si nadie se da cuenta, o soy muy bueno o es que todos tienen su propia farsa y que sólo ponen esa cara amable y sonriente y te traen el café en el trabajo pero cuando se trata de la realidad son personas totalmente distintas. Mentir y parecer que llevas una vida normal y feliz parece la piedra angular de las relaciones humanas.
El niño estaba sentado tomando un zumo. Debía tener unos diez años, por lo que gracias al cielo, no sería especialmente ruidoso y más después de ver su rostro serio y lleno de melancolía mientras daba cortos y discretos sorbos a su brik que contenía zumo de manzana. En la mesa, había además un plato de plástico vació que contenía los restos de una tarta de chocolate con avellanas que el chico había dejado en el plato. El niño me dirigió una mirada fría y calculadora, como un cazador que observa a su presa instante antes de cazarla. Me imaginé que esa cara es la que ponía yo instantes antes de matar a alguien. Traté de borrar esos instantes de la mente y devolví la mirada al chico, entonces, sonreí.
-Hola.
El no reaccionó a mi saludo. Me senté a su lado y observé de nuevo el plato.
-¿Estaba buena la tarta? –Pregunté, por fin conseguí que al menos asintiera con la cabeza.
Comencé a sentirme impotente y hastiado. Relacionarme con la gente se me da muy mal, hago como los demás, pongo una sonrisa, asiento y hago mi trabajo sin causar mucho revuelo. Lo único que me diferencia es que me gusta pasar desapercibido, que nadie se fije en mí, por lo tanto, intentar lo contrario era algo muy dificultoso.
Eché una mirada por la ventana cuyas persianas estaban abiertas dejando entrever las calles. Irregulares caminos de asfalto llenos de grietas en los que la gente se moría de hambre. Desde aquí se podía tener una definición muy buena de una actual calle. Tan sólo un trozo de asfalto en el que morir o bien pasar de largo sin hacer nada viendo como actúa la muerte, que es lo que suelo hacer yo. Ciertamente, resultaba más impactante si se miraba por la ventana, a pesar de que no era un piso muy alto se podía ver casi toda la ciudad y todo el caos que por ella bullía como la lava de un volcán irrefrenable.
-Sarah me ha dicho que te ha ayudado, ¿Sabes?, es la chica de abajo.
-Ella es muy buena. –Respondió al fin.
-¿Dónde están mis modales? Me presentó. Soy Vincent Dallas, puedes llamarme Vince. Encantado de conocerte… esto…
-Loyd, me llaman Loyd.
-¿Te llaman? –Pregunté con curiosidad.
El chico se limitó a bajar el cabeza avergonzado, como si no pudiese responder. Evitó mi mirada durante unos instantes incómodos en los que no supe que decir o que hacer hasta que, finalmente me volvió a mirar de nuevo. Ahora me fijé bien en su aspecto, en cierto modo me recordaba a alguien familiar. Mirada triste y vacía, moreno tanto de piel como de cabello y un halo de soledad desolador.
-¿De verdad te importa lo que siento? -Preguntó de forma repentina. –Tus preguntas parecen muy forzadas. Igual que la chica de abajo, sois todos unos falsos, sólo he subido porque tenía hambre y la chica me ofreció comida. Estoy desesperado, así que déjame en paz, no necesito más ayuda.
Al terminar de escuchar eso, no supe si darle un guantazo o aplaudirle. Creo que debería haber hecho las dos cosas y luego felicitarle por su respuesta tan irrespetuosa y desafiante, me gustó la decisión del chico.
-¿Sabes Loyd?, tienes razón. He hablado contigo porque me he visto obligado a ello, pero en realidad, si te animas o no me importa una mierda. –Le expliqué con una auténtica sonrisa. –Me has caído bien, te daré algo más de comer, después lárgate insofacto de aquí y que no te vuelva a ver el pelo.
Su mirada decidida se transformó en una de terror al ver la siniestra sonrisa desafiante que dibujaba mi rostro, pude ver su miedo reflejado en mis ojos. Esperó a que volviese con comida tal y como le prometí y después, se marchó como alma que lleva el diablo. Por fin podría descansar un poco… O no.
Al cabo de unas dos horas después de lo del chico, mientras tomaba mi café del mediodía, sonó el teléfono dispuesto a joderme mi maravilloso día tranquilo. No me molestaba investigar. De hecho, prefiero mil veces tratar con un muerto que con una persona normal, son mejores personas. Lo que me fastidia es tener que ver a todas aquellas personas, poner mi mejor sonrisa falsa y relacionarme con ellas para aparentar que soy “normal” como ellos.
No me queda más remedio, así que cojo el maldito teléfono. Tal y como supuse se trataba de un crimen importante, al parecer habían matado a un niño. Era frecuente ver niños muertos de hambre, o de sobredosis por el pegamento, pero asesinados… Es algo bastante inusual. Se oyen historias de gente que secuestra niños para abusar de ellos sexualmente y luego mutilan sus cuerpos para tener algo para comer y conociendo la desesperación por el hambre y más teniendo en cuenta que los niños pobres que se encuentran por la calle en muchas ocasiones son huérfanos o si tienen padres, estos no echarán de menos la desaparición de un hijo que, al fin y al cabo es sólo una boca más que alimentar… Sí. Si se piensa fríamente es un alivio para ambos lados, todos salen ganando. Uno come por varios días, y los otros disponen de más recursos para alimentarse. Había muchas desapariciones de niños, pero pocos muertos
En fin, sólo dos horas de paz desde que ese maldito enano de Loyd se largó. Al menos el crimen se cometió muy cerca de la comisaría, ni siquiera tendría que coger mi maravilloso todo terreno.
Si mi todo terreno fuese una persona, sin duda sería a la única por la que me atrevería a decir que siento algo hacia ella. Por eso evitaba en la medida de lo posible cogerlo, en cierto modo, lo tenía más como objeto de adoración que otra cosa. Me gusta bastante conducirlo, pero suelo ir siempre a pie como método de ejercicio para mantener mi forma. Mantener en físico de un experto asesino no es tarea fácil.
Tardé aproximadamente un cuarto de hora en llegar al lugar del crimen. Nunca sabía el lugar exacto cuando iba a una escena pero tampoco hacía falta. Hay tal despliegue de fuerzas en la zona de un crimen que hasta un niño de dos años sabría que ahí se cuece algo gordo. Policías, forenses, precintos, luces por todas partes… Yo a veces hasta imaginó una flecha gigantesca con un anuncio bañado en luces de neón que indica: “Efectivamente, aquí se cometió un crimen, aquí murió una persona”
Comienzo a identificar las primeras caras conocidas de mi falsa identidad. Entre la masiva piña de policías y demás fuerzas investigadoras. Si no fuese porque los investigadores llevan identificación y los policías placas, a veces no sabría distinguirlos.
-¡Ey Vince! –Gritó Kilik Simons. Uno de los pocos no lugareños que dejó la guerra.
Un hombre rubio, de ojos azules y alto como un árbol, de precedencia nórdica me parece. Como el mundo cambió tanto no sabría decir, creo que sus parientes se instalaron en el antiguo corazón de la vieja Turquía para huir de las guerras civiles que surgieron en sus países. Como ya han pasado varias generaciones desde aquello, supongo que al chico ni le va ni le viene. Es joven y entusiasta, aunque demasiado extrovertido, como si el fuego corriese por sus venas. No sabía estarse quieto y era de los que más me ponían de los nervios.
El tío calvo de al lado era Goerge Fredman. Tez morena, treinta y muchos. También tenía mucha pasión por darle a la lengua y hablar de futilidades y cosas banales como Kilik. Tiene gustos muy excéntricos, aunque considero que sólo lo usa como excusa para ser el centro de atención, Simulo llevarme bien con él pero si pudiese, le habría matado un millón de veces y creo que todos comparten mi opinión.
Después de traspasar todo u ejército de hombres uniformados y pasar por debajo del precinto noto que me embarga el aura de algo familiar. Comienza la frustración. La cara del idiota de George, sonriéndome como si estuviera a la cabeza de una timba de póker. Kilik, admirándome con devoción… Ni que fuese una figura religiosa. ¿Pero qué coño le pasa al mundo?, ¿Por qué tengo que soportar falsas sonrisas y miradas de admiración? Me respondo a mí mismo… “Si no lo hubiese hecho ya sabrían la verdad”. Lo mejor era olvidarse de ello. Allá la gente con su estupidez, a mi no me afecta, sólo finjo ser uno más.
Por fin despierto de mi mundo, o más bien me despiertan al oír mi nombre o mejor dicho, mi falso nombre.
-¿Te has quedado dormido o qué? –Dijo George.
-Un niño, ¿No? –Le pregunté sin salir aún del todo de mi ensimismamiento. – ¿Qué sabéis?
-Acabamos de llegar y te hemos esperado para el primer análisis.
-¡Que gentileza! –Puntualicé con toda mi ironía, a lo que ellos reaccionaron con una sonora carcajada. Estos momentos venían al pelo, poder soltar tu opinión sin tapujo y que se interpretase como una broma me encantaba. Menuda banda de haraganes.
Ambos me abrieron pasó y mis ojos se posaron por primera vez en el cuerpo del muchacho. Tez morena, negros cabellos despeinados y mal cuidados y, a pesar de sus ojos inertes se distinguía cierta melancolía en ellos además del color marrón. Mi corazón emprendió una exhaustiva carrera para salir de mi pecho. Noté como mis compañeros me miraban sorprendidos ante mi reacción.
-No… No puede ser. –Conseguí vocalizar al fin.
-¿Tanta impresión te causa ver a un niño muerto? Hay muchos últimamente, por desgracia, nunca te había pasado nada, ¿Estás bien? –Preguntó Kilik con gesto preocupado.
-No es nada…
No me sorprendió ver un niño muerto, lo que me sorprendió fue conocer a ese niño muerto y además haber tenido contacto con él el mismo día, hace sólo unas dos horas. Loyd. Ese niño malcriado, ¿Por qué?, ¿Por qué alguien mataría a un niño?
No tardé en encontrar la respuesta. Kilik cogió algo mientras yo me reponía de mi sorpresa. Un péndulo. Conocíamos bien esa señal.
-Calculo que murió hace un poco menos de dos horas. –Comencé a explicar mientras realizaba mi primer examen.
Obviamente, si no podía determinar claramente la causa de la muerte sobre el terreno tendríamos que conseguir que la familia nos diese el consentimiento de realizar un examen más exhaustivo del cuerpo, es decir, una autopsia. Me apostaría mi todo terreno a que Loyd no tiene padres, por lo que ese procedimiento será obviado y será llevado a autopsia, eso si no descubría lo que había pasado.
-¿Causa de la muerte? –Me preguntó George libreta en mano, a pesar de que debía ser yo el que tomase las notas. Supongo que así el cabrón simulaba hacer algo de provecho.
Examiné mejor el cuerpo. Ni cortes, ni laceraciones ni nada de nada… Aunque en el cuello… Sí, alguien había apretado y las marcas eran recientes. Pero si le habían asfixiado… ¿Cómo era posible que no hubiera ninguna marca de forcejeo? Aunque fuese un niño se tendría que haber podido resistir, pero daba la impresión de que se había dejado matar.
-Asfixia. –Respondí finalmente. –Tomaré huellas, pero las marcas del cuello indican que las manos eran pequeñas. O bien fue una mujer o bien. –Hice una pausa echando otro vistazo a las marcas rojizas del cuello para reforzar mi teoría. -… O bien lo hizo él mismo.
-¿Él mismo? –Preguntó Kilik sin dar crédito a lo que oía. -¿Cómo es eso posible?
-No lo sé… Pero las huellas nos confirmarán, es sólo una teoría.
-Perdonadme. Llego tarde. –Se disculpó una lejana voz que se fue acercando mientras terminaba la frase.
La voz era de mi ayudante, Baldrak. Un chico con poco más de veinte, despistado, miedoso y tímido, aunque gracias a Dios, poco hablador. A veces pasaba tan desapercibido que ni siquiera nos dábamos cuenta de que estaba allí, era una mosquita muerta con estúpidas ideas de paz y un sentido de la vida demasiado entusiasta, algo que ya no era común ni en los chicos de su edad que sólo soñaban con derramar sangre del enemigo o, simplemente, tener un plato de comida sobre su mesa, si es que tenían tal cosa. Como era común por aquí, tenía el cabello negro y los ojos marrones y, por supuesto, era más alto que yo a mis casi veintiocho años un chaval que a duras penas superaba la veintena. Le admitieron por su genialidad y por nuestra aún más desesperante falta de personal. Trabajaba muy bien pesar de las apariencias, tenía ingenio, pero era muy torpe, por lo que yo u otro miembro del laboratorio manejaba el instrumental más delicado por él. En ocasiones resultaba una carga y otras veces, una auténtica ayuda No tenía término medio, pero al menos era callado, que era lo que realmente importaba. Preferiría hacer el trabajo de todos antes que tener que relacionarme con ellos. Este me parece un cambio interesante, hago el trabajo del chico y además durante ese lapso no tengo que hablar con nadie. Sólo por eso es el que mejor me cae. Kilik es listo pero habla demasiado y en cuanto a George… Ni siquiera tiene la decencia de taparnos su horrible calva morena y suele llevar unas gafas de sol de lo más hortera además de ser insufrible.
-¿Qué me he perdido?
-Otra jugada maestra del asesino del péndulo. –Respondió Goerge. –Ese maníaco cabrón esta vez la ha tomado con un niño, supongo que estará masturbándose en su madriguera reviviendo el asesinato, el muy cerdo.
-Por dios, George. –Le reprochó Kilik con un obvio gesto de asco. –Hemos encontrado esto. –Dijo ignorando por completo a George y mostrando el pequeño péndulo de color dorado que había junto al cuerpo.
-¿Alguien tiene una recortada?, creo que va a haber dos cadáveres. –Bromeé lanzando una gélida mirada a George que río como un mameluco, aunque la mirada de Kilik fue muy distinta. Pareció entender de una vez que iba en serio, pero me decepcionó al cabo de un rato al sonreír disimuladamente. Al parecer sólo quería intimidar a George.
-Será mejor que nos llevemos el cuerpo, aquí ya no hay nada que hacer. –Anunció al finalizar su pícara sonrisa.
Dediqué unos segundos a mirar el cuerpo de nuevo, me costaba creer que hubiese visto a ese chico hace un poco más de dos horas y que muriese justo al lado de donde trabajo. No parecía una simple coincidencia. No sé quién será ese “Asesino del Péndulo” como le han bautizado a quién quiera que sea. Una fea costumbre que tienen con todos los locos que salen a escena dispuestos a llevarse el estrellato de la mejor actuación criminal. A mi modo de ver, sólo era un payaso que quería llamar la atención, una persona que quería ser conocida por sus muertes y supongo que también temida. En definitiva, ni siquiera sabíamos si era hombre o mujer y ya le habían bautizado muy astutamente, válgame la ironía, con el sobrenombre de “Asesino del Péndulo”. Creo que hay tanta manía con bautizar al primer maníaco que aparece que ya hasta nos empezamos a quedar sin nombres, cada vez son menos ingeniosos.
-¿Descubriendo sentimientos desconocidos, psicópata?
Esa voz autoritaria y cargada de odio no podía que ser otra que la de Matthews, un viejo lobo de la policía. Un hombre de pelo canoso y de bien pasados los cincuenta, rostro arrugado y nariz afilada y ojos de destello esmeralda escrutadores que parecen capaces de ver hasta dentro de tú mismo corazón. De todas estas personas, el que peor me caía era sin duda Matthews. Por alguna razón él me odiaba, creo que su viejo olfato de investigador le dice algo sobre mí que no le gusta… Pero desde hace ya varios años Matthews no es más que una vieja gloria que trata de rememorar sus tiempos de grandeza en delirios provocados por el alcohol. Irónicamente, este viejo acabado que ya no da una a derechas tiene razón, al menos en lo que mí respecta. Psicópata. Hasta me defines bien, Matthews. Si no estuvieses demasiado vinculado a Vincent ya te habría quitado de en medio, aunque al fin y al cabo, sólo son elucubraciones de un viejo borracho que intenta recuperar una fama pérdida. Su historial reciente sólo acumula decepciones, le quitaron el grado de sargento el año pasado, poco después de que le quitasen el de teniente. Ahora no era más que un agente de campo normal al que presionaban para que presentase su jubilación anticipada para terminar su carrera con algo de honor. ¿Al caso no resulta irónico que un viejo que lleva años sin dar una a derechas haya acertado conmigo? A mí me lo parece, pero da igual. Él nunca llegará a saber quién soy, así que ignoro por completo sus burlas y continúas presiones para sacarme de quicio. Sólo ve “algo”, lo que quiera que sea, en mi que no le gusta. Pero no tiene pruebas de nada y, aunque las tuviese, seguro que idiotas como Kilik o Baldrak serían capaces de respaldarme.
Así que me doy la vuelta e ignorándole como siempre contesto a su pregunta.
-La muerte de un niño siempre entristece, pero es una muerte más y debemos encontrar a su asesino igual que tenemos que encontrar a los demás asesinos para poder vivir en un mundo mejor.
-¡Así se habla Vince! –Gritó un entusiasmado Kilik pletórico de energía. –Juntos podemos hacer que el mundo sea un poco mejor si atrapamos a los malos.
-¿No estáis demasiado entusiastas esta mañana? –Reprochó enseguida Matthews. –El mundo no se va a solucionar porque metáis a unos cuantos tipos en la cárcel, psicópata. Cuando un asesino muere o va a la cárcel, sale uno nuevo a reemplazarle, cuando crees que has hecho algo para ayudar a las personas entonces llega un terrorista y pone una bomba que mata a miles de civiles. Mira como está el mundo. En 2012 hubo una catástrofe y en lugar de ayudarnos nos peleamos para comprobar quién era el más fuerte y así salió la guerra mundial. Nosotros las personas sólo sabemos resolver las cosas con violencia, ¿Al caso tú eres diferente Vincent?
-No creo que tenga la capacidad de juzgar eso Matthews. Sólo intento hacer bien mi trabajo.
Por un momento nuestras miradas se cruzaron desafiantes, como un volcán al borde de la erupción, una tensión capaz de estallar en cualquier momento. Pero debía darle la razón en muchas cosas. Lo que hacíamos era en realidad inútil, ¿Por qué lo haría un hombre como Matthews entonces? Tal y como habló hace un momento, parece como si tuviese una cuenta pendiente con el mundo, con la sociedad en general… Pero a pesar de que sabe la verdad odia a los asesinos, me odia a mí. ¿Es porque soy un asesino?
Dejo mi cabeza libre de dudas, ayudo al personal a recoger las pruebas restantes y después nos vamos al laboratorio a examinar mejor el cadáver. Las huellas me revelan al cabo de unas horas que la asfixia se la produjo el niño, ¿Cómo puede ser? No hallo respuestas y mi cabeza no está para rompecabezas ahora, debo volver a casa y ocuparme de cierto asunto. Un asunto sin atender y aún no he entregado el informe de mi misión al gremio, tendré que hacerlo mañana.
Por fin salgo de la puerta de la comisaría y me entrego a la tibia luz de la luna llena y dejo que su resplandor vacíe mi mente. Vuelvo a ser Rekkie-Maru. Respiro hondo y sigo mi camino. Me gusta la noche, generalmente, no hay gente muriéndose por las calles, al menos no tanta como en el día, o por lo menos mueren en otra parte. Nada de pobres pidiendo limosnas, nada de gente asomándose por ventanas y balcones mirándote como un extraño… En el mundo de hoy en día es fácil sentirse perseguido, es fácil decaer, todo es un caos. No existe un orden lógico de las cosas.
La conclusión que se puede sacar de este mundo es que nadie ayuda a nadie, sólo se perjudica. Sólo sobrevive el más fuerte, matar o morir, es la única opción de supervivencia. Si no estás dispuesto a matar tienes que tener en cuenta que los demás si lo estarán. Por mucho que digan que no, por mucho que se hagan los buenos y te sonrían siempre… Porque ese no es su verdadero yo. Gente con ideales tan estrictos como Matthews han tenido que matar para sobrevivir, para llevar a cabo su trabajo y aún se atreven a juzgar a gente como yo cuando no son mejores que nosotros.
Así que, ¿Cuál es la cuartada perfecta? Ser como los demás. Poner sonrisas falsas, tener ideales idílicos como Kilik o Baldrak, mostrar un falso entusiasmo, fingir que te gusta lo que haces y que te sientes a gusto con los demás… Ser Vincent Dallas. Nadie pensaría que soy un asesino, es tan buena fachada que aunque se supiese, la gente dudaría de ello. Dirían, “No, Vince no puede ser un asesino”. Y tienen razón, Vincent no, pero Rekkie-Maru sí.
Aunque los últimos acontecimientos hacen que por primera vez tenga mis dudas respecto al asesinato. Al llegar a casa veo a una figura femenina, esbelta, de cabellos morenos y ojos castaños preparando la cena.
-¡Por fin has llegado! –Exclama alegre la muchacha. –Ya empezaba a pensar que no ibas a llegar nunca.
-¿No te dije que te fueras? –Le contesté de mala gana, aún sin salir de mi sorpresa.
-Si mal no recuerdo, dijiste que me podía ir o quedar. No es lo mismo que decir a alguien que se vaya directamente, haber concretado. –Contesto indignada.
-¡Será mocosa!
Solté mi ropa de mal humor en mi dormitorio y me tumbé en la cama con el torso desnudo, disfrutando de la brisa veraniega que entraba por la ventana. En aquella época hacía un calor insoportable por el día, pero por la noche entraba una brisa muy agradable y fresca capaz de renovar el alma de un hombre.
Antes de dormirme observo una vez más a la chica de pelo moreno y piel blanca como la leche. Midori Pallmer, ¿Qué iba a hacer con ella? No lo sé… Ni siquiera tenía una idea remota de porque no la había matado. Me sentía frustrado. Era la primera vez que fracasaba en una misión después de más de diez años de profesión y… Ella despertó una parte de mí que desconocía, una parte que pensaba que estaba muerta para siempre pero, por alguna razón, reaccionó ante ella.
Al final mis ojos se entrecerraron dejando paso, poco a poco, al mundo de los sueños. Me sumí en un sueño embargado por la preocupación. ¿Qué iba a hacer de ahora en adelante? Era algo que no podía saber.

martes, 13 de diciembre de 2011

No Soy Un Asesino - Capítulo 1 La Misión


Hola seguidores bloggeros, me llena de orgullo y satisfacción mostraros el primer capítulo de mi ambicioso proyecto. El título tiene su explicación, sé que lo encontraréis contradictorio al principio, pero de eso se trata. Prefiero no desvelar nada, ya se irá viendo con el tiempo. A ver si os gusta la ambientación en plan apocalíptica y si no... pues yo ya tengo mi plan para hacer la historia así que al le guste bien y al que no también, pero siempre se agradecen las opiniones. Saludos.

No Soy Un Asesino


Capítulo 1 La Misión

Mi nombre es Rekkie-Maru y soy un asesino.
Otros tienen sus hobbies, el mío es matar gente, ¿Por qué? Realmente no sé la razón, pero la satisfacción de matar a otro ser humano es indescriptible para mí, me hace sentir completo. Algunos me llaman monstruo pero la verdad es, que cuantas más personas mato mejor me siento conmigo mismo y más despreciable me parece la humanidad.
Los soldados hacen lo mismo que hago yo en la guerra y a ellos les dan medallas por proteger la integridad de su país. A mí me persiguen y soy un monstruo… en fin, la sociedad da asco, ¿Realmente hago algún mal?
Por eso ingresé en el gremio de asesinos conocido como “Los Moradores de La Noche”. Ellos me dan seguridad mientras puedo ejercer mi afición sin preocupaciones, además pagan por ello, y es tan sencillo como seguir unas simples normas.
La primera y más importante es no matar a inocentes. Es fácil, ya que a mí me gustan los retos y no hace falta decir, que cuando peor es una persona más difícil de matar se vuelve. Por ello, esto de matar gente culpable no me incomoda, es un incentivo para superarme a mí mismo.
La segunda es no matar a tus compañeros de oficio. Es tentador, hay gente habilidosa, pero eso complicaría las cosas. Mis compañeros me perseguirían y, aunque soy muy bueno en esto, no puedo contra todos. No, es demasiado complicado, es meterse en demasiadas complicaciones y me gusta ver los amaneceres de los días demasiado como para ello. Una forma tonta de complicarse la vida y me gustan las cosas sencillas.
La tercera y más importante es no comprometer al gremio. Por eso Los Moradores tienen la gentileza de darnos una identidad falsa, una vida “normal” por si algún día se compromete al gremio, poder protegernos y establecer un nuevo gremio de forma rápida.
El castigo por cualquiera de estas tres normas es la muerte, así que procuramos no pecar, el gremio está más pendiente de nosotros de lo que parece.
Así que, mi oficio me obliga a tener una doble personalidad, por el día soy Vincent Dallas, médico forense en el departamento de policía. Un tío amable, carismático y detallista. ¿Quién acusaría al humilde Vincent de ser un asesino? De eso exactamente trataba la falsa identidad que nos creaba el gremio. De ser una persona normal.
Por supuesto, el gremio de Los Moradores de La Noche tenía otras muchas normas y para cada norma tenía cierto nivel de castigo. Dependiendo del nivel de la norma, uno tenía su merecido castigo. Como he dicho, las tres leyes básicas se castigan con la muerte. Para mí esto me resulta fácil.
Lo difícil es ser Vincent Dallas. Sonreír, mostrar siempre esa máscara de amabilidad y de falso compañerismo… no lo soporto. A veces cuando vuelvo a casa, no sé realmente quién soy, ser Vincent desata aún más mis deseos de matar, me hace ver lo asquerosas que son las personas. Todos con su falsa modestia, intentando ser algo que no son. Amigos, compañeros… no es más que un juego para darle sentido a algo que no lo tiene: La vida.
Hace tiempo que en este mundo sólo hay dos opciones: Matar o morir y, desde luego no me gusta la muerte, en eso supongo que no soy distinto al resto de humanos. Temo a la muerte, por eso hago lo que hago. Trabajo para ella.
Me levanto perezosamente sabiendo que me espera otro día más… pero hoy no es un día normal, hoy podré matar. Me han asignado una misión. Pensar en ello hace que me anime poco a poco. Miro la ficha.
En ella aparece la foto de una chica de pelo moreno, por algún motivo, la foto despierta cierto grado de inquietud en mi mente. En el folio aparece el nombre de Midori Pallmer, una chica de pelo moreno liso, rostro estructurado, ojos de un marrón intenso y una expresión que revela tristeza. Tienes suerte Midori, pronto aliviaré tus penas.
Dejo el folio sobre la mesa y me aproximo al cuarto de baño. Miro mi rostro en el espejo sin estar seguro de si veo a Rekkie-Maru o a Vincent Dallas. Abro el grifo y echo un charco frío de agua sobre mi rostro y vuelvo a contemplar mi imagen, como si me hubiese purificado. Ahora estoy seguro de que veo al asesino, su sonrisa y expresión de seguridad en sí mismo le delatan. La emoción me embarga. Voy a ser emisario de la muerte después de una espera que se me ha hecho eterna, es como salir de una pesadilla en la que parece que no vas a despertar.
Me acercó a la ventana y admiro el desolador paisaje que me rodea. El paisaje del año 2253. El horizonte asomaba con timidez descubriendo con la puesta de sol el apocalíptico mundo que quedaba ahora desde la desgracia que hubo en 2012. Después de aquello el mundo dio un cambio radical y pocos años después hubo una guerra para ver quién se quedaba con el monopolio mundial que antes tenía Estados Unidos. Fue la tercera guerra mundial, y bien lejos de ayudar al mundo, gracias al potencial de armas nucleares y bombas de gran potencia el mundo cambió una vez más. Aún hoy en día duraba la guerra fría entre la mayoría de los países, espiándose unos a otros sin atreverse a enfrentarse dado que, al fin y al cabo, si destruyen el mundo también destruirían su negocio. Las continuas guerras paralizaron el mundo de la tecnología, por lo que aún hoy en día seguimos usando mucha de la tecnología que había en el año 2012, incluso se ha dado paso a tecnologías anteriores.
Ahora las ciudades son más parecidas a refugios. Los grandes edificios ya no son prácticos, son una molestia. Se han sustituido por grandes bloques horizontales que forman nichos de hormigón y contrachapado de hierro en las que hay minúsculas viviendas. Los más afortunados viven en casas unifamiliares convencionales… bueno, por supuesto también debidamente protegidas, aún con la guerra fría nadie se atreve a estar sin protección. La gente de esta era vive con miedo, pero se intenta aparentar de alguna manera que todo esto es normal.
Sin embargo hay algo que no ha cambiado y que nunca cambiará. Se trata de la estupidez humana. Las personas siguen luchando únicamente por sus únicos intereses, la guerra fría ha traído a más crimen organizado que nunca. Por eso han aparecido gremios especialmente entrenados como el de Los Moradores que se dedican a proteger a los inocentes, o lo que ellos designan como inocentes. A mí me parecen ignorantes más bien, la gente, igual que siempre, no sabe plantar cara a las situaciones.
Pero a mí todo esto me da igual. El mundo está podrido y la gente que yo mato no se echa de menos, desde luego. Lo irónico del asunto es que muchos de mis compañeros han sido como la gente que matamos en el pasado, algunos aceptan redimirse a cambio de luchar por el gremio. ¿Quién no aceptaría? Puedes dar rienda suelta a tu lado oscuro y nadie te dice nada, es más, te premian por ello. Bien es cierto que si mis compañeros fuesen más listos se apoderarían de la orden, pero es una incomodidad y, a las personas nos gusta vivir acomodados. En el fondo nos gusta que nos digan que es lo que tenemos que hacer. En ese aspecto creo que también soy así, es decir, matar me produce satisfacción y he conseguido encontrar algo en donde puedo ejercer ese placer sin miedo a que nadie me señale con el dedo. Puedo vivir sin que nadie me persiga. En realidad es una vida sencilla, sin preocupaciones, sólo me cuesta hacer el papel de Vincent pero hasta ahora lo he hecho bien.
Hoy no tengo que ser Vincent, ya que Vincent está en su día libre y además esta noche tengo una misión. Perfecto. Después de una larga espera la luz del ocaso reluce por fin a través de mis ventanas. Sacó mis herramientas y mi armadura, la emoción me apremia pero yo prefiero tomarlo con calma. No hay que ser impaciente, la primera regla de un asesino es ser cauteloso, pasar desapercibido. Un asesino impaciente no dura mucho. Respiro cogiendo aire por la nariz y soltando bocanadas por la boca. Echo un último vistazo a mi reloj, los dígitos indican que es la hora que quería saber. Me apresuró a atarme las botas y, finalmente, me pongo en marcha. Aún a pesar de que soy el número uno del gremio y llevo haciendo años esto, sigo sintiendo esos nervios anteriores a realizar el trabajo. Y he de decir que es una parte de este trabajo que me gusta, otra de las razones por la que siento que esto merece la pena. La excitación antes de la muerte hasta que concluyes tu misión y sienes ese gran orgasmos que produce el asesinato de un miserable humano. Así es… tal vez el paisaje haya cambiado, las ciudades sean caóticas y La Tierra una ruina, pero el ser humano sigue siendo tan despreciable como siempre.
Finalmente me coloco emocionado mi capa negra con el distintivo de la orden, un rombo con dos serpientes enroscadas formando una cruz simétrica… nunca he entendido muy bien el significado de estos símbolos, pero tampoco creo que sea algo que merezca la pena pensar, la verdad.
Por fin llegué al lugar de encuentro con mi compañero, muy cerca de donde se encontraba Midori. Menuda sorpresa me lleve al ver que se trataba de una refinería de petróleo. Aunque había algo extraño en todo esto. El lugar estaba férreamente amurallado, alambres al final de las altísimas paredes de hierro macizo, por no mencionar la minuciosa vigilancia. Esa Midori debía ser un pez gordo… o la retenían por algún motivo. Preferí no pensar en ello.
-¿Alguna idea para entrar? –Me preguntó mi compañero en gesto inquieto.
-Tiene que haber algún camino alternativo, busquemos bien, no debemos exponernos. –Le respondí.
Después de mirarle a la cara a través de su capucha fui capaz de reconocerle. Mi compañero de aquella noche era, nada más y nada menos, que el grandioso y experto James Guilbert, aunque seguro que ese no es su nombre real, como el de todo el mundo. Que yo tenga la gentileza de usar mi auténtico nombre para el trabajo no quiere decir que los demás hagan lo mismo. Él era uno de los mejores. Otro motivo más por el que esta misión estaba resultando muy rara. ¿Dos asesinos de élite para matar a una joven con cara de no haber hecho daño ni a una mosca? Sé que muchas veces las apariencias engañan, pero era difícil de creer. Ya desde el principio la misión tenía todas las papeletas para ser algo fuera de lo normal, esto no era más que la guinda de pastel. Por otro lado, me alegré de que me hubieran asignado algo tan difícil, tendría que llevarme a más de uno por delante y, viendo el nivel de vigilancia del lugar, se trataría de personal entrenado. Quién sabe, a lo mejor hasta logran herirme, puede ser un reto divertido.
-Bien Rekkie-Maru, ¿Cómo lo vamos a hacer? Ni siquiera una sombra podría entrar allí.
Examiné sus ojos verdes y respondí.
-Nosotros somos aún menos visibles que las sombras, amigo.
-¡Tú desde luego que sí! –Comentó con una sonora carcajada burlona.
Estoy acostumbrado a la que gente me trate así, soy más bajo que la media, más o menos un metro sesenta y cuatro centímetros cuando la media es de un metro ochenta. Que se rían de mí si quieren, pero ser más bajo me permite ser mucho más ágil. Estoy seguro que James no volverá a meterse conmigo en cuando me vea en acción, incluso con mi entrenamiento (en el que empleo peso extra para mi cuerpo durante casi todo el día) soy mucho más rápido que él, incluso ahora mismo llevo ese peso extra que uso. Sólo suelo liberarme de él sólo si es realmente necesario.
James y yo investigamos la zona concienzudamente, buscando un resquicio, aunque fuese minúsculo para poder entrar en la fortaleza inexorable, pero resultó inútil. Después de este primer vistazo, mi compañero sacó un plano del recinto y sus proximidades y comenzó a mirar posibles entradas. La refinería se encontraba a casi treinta kilómetros de la ciudad, pude llegar con ayuda de mi excelente todoterreno aunque tuve que andar un buen trecho a pie.
-Mira, parece que hay también un pueblo de insurgentes.
-¿La resistencia? –Pregunté exaltado. Si se trataba de la resistencia ya tenía un plan en mente.
-Sí, parece que suele haber atentados con frecuencia.
Esta afirmación de mi compañero de oficio aseguraba aún más mi plan, me hizo sentir mejor de lo que una copa de vino le hace sentir a un borracho en sus momentos de decadencia. Debido a la guerra fría, había una serie de personas que no estaban dispuestos a soportar la presión de los gobiernos en su país. Muchos querían seguir luchando por sus creencias y su libertad, pero sin embargo, los gobiernos de los países seguían en ese enfrentamiento indirecto. Desde que finalizó la guerra en el año 2038, comenzaron a surgir grupos de resistencia que se oponían a la “poca ansia de sangre” por parte de sus líderes. A medida que la guerra fría siguieron nacieron nuevos grupos, cada vez más poderosos, casi todos con el mismo objetivo común. Acabar con el sufrimiento de la guerra de una vez por todas, o bien concluirla por medios pacíficos o bien con sus propios medios. Algunos llaman a estos grupos de rebeldes neo-terroristas. En esta sociedad no necesitas matar a nadie para ganarte el odio del pueblo y el gobierno. Simplemente hace falta tener unos ideales distintos que puedan poner en peligro la integridad del poder vigente, la libertad no es algo muy respetado tal y como está el mundo, sólo la supervivencia. Sea como fuere yo pensaba aprovecharme de ello para llevar a cabo mi misión.
Había estudiado el plano meticulosamente, tanto antes de venir como ahora. Quería tener claro mi plan de actuación. Los neo-terroristas solían tener varios tipos de objetivos: Las ciudades, sobre todo lugares que simbolizaban el poder, como ayuntamientos, parlamentos y despachos, podían ser gente inocente, o bien, otros neo-terroristas que tuviesen unos ideales contradictorios a los suyos. La última opción era mi apuesta. En el mapa se puede ver una zona en la que hay un alcantarillado tapiado con unas simples vallas. Fácil de explotar, sin embargo el ruido alertaría a los guardias y vendrían a investigar enseguida y nos cogerían, o por lo menos sabrían que venimos por lo que nos esperaría un buen comité de bienvenida. Ahí entra en juego el asentamiento de neo-terroristas. Pondremos una bomba de alta potencia en su lugar de asentamiento, como su seguridad deja mucho que desear será un juego de niños colarse allí y preparar algo. Para los barrotes no será necesario un explosivo de alta categoría, por lo tanto, el explosivo de alta categoría taparía el sonido del de menor categoría, además, como la zona del alcantarillado está dentro de un túnel apenas se notará el humo de la explosión, cosa que si pasará en el lugar del campamento. Si los guardias de la refinería conocen el terreno, sabrán lo del campamento y si quieren asegurar su infranqueable fortaleza se verán obligados a por lo menos investigar lo sucedido. No sólo entraremos, sino que además reduciremos considerablemente la seguridad, aunque una vez dentro no será tampoco cosa de coser y cantar. Una vez le conté el plan a James este sonrío plácidamente como un crío que acaba de conseguir su preciada golosina.
-Eres un genio. –Concedió sin ceder esa estúpida sonrisita triunfal de su cara.
Sin más vacilación, lo preparamos todo. James fue al asentamiento y yo a la zona de la alcantarilla que, para grata sorpresa mía, no estaba vigilada. Sería aún más fácil de lo que pensaba. Me alejé hacia el punto de encuentro sigilosamente, esperando impaciente a que apareciese James y poder culminar la explosión, obviamente, si queríamos que el plan funcionase, teníamos que sincronizar la explosión de ambas bombas. Reconozco que los nervios consiguieron apoderarse de mí durante breves instantes.
Mi compañero por fin llegó, tal como pensaba no le costó mucho esfuerzo colarse, no parecía para nada fatigado ni tenía signos de lucha en su ropa, lo cual significaba que no había sido visto, se nota que James es uno de los mejores de por aquí. Nuestro punto de encuentro era la zona más cercana de las alcantarillas en la que no nos podía afectar los restos de la explosión y así entrar rápidamente sin ser vistos y aprovechar la confusión para adentrarnos lo máximo posible antes de que se dieran cuenta de lo que había pasado en realidad. Con mucha cautela, conseguimos sincronizar a la perfección las dos bombas. Eché una ojeada con los prismáticos a lo alto de la muralla para comprobar la reacción de los guardias, ellos hacían lo propio en dirección al asentamiento neo-terrorista, esperamos unos instantes hasta que, finalmente, unos cuantos guardas se decidieron a ir a investigar.
-Han picado el anzuelo esos idiotas. –Sonrió James, por una vez decidí compartir la sonrisa.
Sin mediar más palabra nos colamos por el resquicio que habíamos abierto con nuestra explosión. Por desgracia, aunque el sonido había sido tapado por nuestra bomba señuelo que habíamos colocado en el pequeño poblado neo-terrorista, los efectos del explosivo resultaban obvios a la vista. No tardarían en descubrir que alguien había reventado su único punto débil y, sabiéndolo, me apostaría la mejor de mis cuchillas a que se pasarán a echarle un vistazo, la única duda que tengo es cuánto tiempo podrán tardar en descubrirlo, ¿Media hora más o menos? Tal vez menos, aunque brillante, mi plan dejaba un margen de tiempo limitado… pero una vez dentro podríamos empezar a deshacernos de los guardias, pero primero tendríamos que encontrar la salida adecuada para el dichoso túnel. Sin lugar a dudas, estaba muy lejos de ser la imagen que uno tendría de un paraíso.
Humedad, ratas, un camino estrecho que nos obligaba a ir agachados o incluso tumbados la mayor parte del tiempo, más ratas y, por supuesto, un olor que nadie querría en su cena de acción de gracias. Creo que la palabra peste se queda corta para definir lo tremendamente asqueroso que era aquél lugar. Por fortuna, James me advirtió de que veía una luz. Lo que significaba que debíamos estar ya debajo del patio y cerca tendría que haber alguna rendija para salir.
-Por aquí. –Susurró James de forma casi inaudible. –He encontrado una rendija, pero no sé cómo vamos a abrirla, lleva buenos tornillos.
-Puedes echarle el mismo ácido de los explosivos a esos tornillos, se derretirán en cuestión de segundos y no será necesario una explosión como la que hicimos para abrir el túnel, podremos abrir la rendija con nuestras manos para que no nos descubran.
Mi compañero siguió mi consejo y sacó uno de sus explosivos, lo manipuló cuidadosamente para no derramar su ácido, el cual era muy corrosivo y podía devorar con facilidad el metal como el hierro de aquella rendija, pero también podía hacerte un agujero indeseado en la mano o en alguno de los dedos. De esta forma no sólo explota la bomba, sino que además se consigue un efecto corrosivo en todo lo que afecte a la zona de la explosión, es de los artilugios más delicados que un asesino pueda tener en su alforja, pero obviamente, en estas situaciones hay que ser extremadamente cauteloso, así que entiendo que mi compañero se tome su tiempo, las manos son importantes para un asesino.
Al cabo de unos segundos, James retiró la rendija con sumo cuidado. Mantuvo la respiración y se ayudó con las mangas de su túnica procurando tocar lo menos posible el hierro candente.
-Ya está, ten cuidado. –Advirtió.
Pasamos por el estrecho pasaje y salimos a la superficie. Nos encontrábamos en el lado oeste del recinto. Al salir vimos un montón de contenedores apilados uno encima de otro, por suerte, no había mucha vigilancia en aquella zona. Sin duda la refinería era enorme. La torre alcanzaba tal altura que a duras penas se podía ver con los ojos. La torre estaba en el centro, rodeada por el patio interior. No se me dan muy bien las medidas, pero estoy convencido de que el patio alcanzaba alrededor de los doscientos metros cuadrados, tal vez incluso más. La zona de los grandes contenedores de almacenaje no estaba muy vigilada, pero el resto de zonas era otra cosa. Cualquiera diría que faltaba vigilancia, aunque era lógico que no mandasen muchas patrullas para comprobar una explosión que en esa zona en concreto además, era algo totalmente corriente.
-Tenemos que subir a lo alto de esa torre, ¿No? –Le pregunté a mi compañero que admiraba la torre con un destello de decisión en su mirada. -¡Ey!
-Sí… el objetivo está en lo alto de la torre. –Dijo saliendo de su ensimismamiento. -¿Pero cómo vamos a subir hasta allí arriba?, la puerta principal no es muy buena apuesta.
Efectivamente. A simple vista ya se podía apreciar que la puerta de la torre era sin duda alguna, de toda la fortificación, el lugar más fuertemente vigilado. Perros, cámaras, torres de vigilancia iluminando las posibles zonas de acceso. Sólo un loco pasaría por allí. Para desgracia de esos guardias, nosotros éramos de esa clase de locos, incluso peores. No éramos locos comunes y corrientes, éramos la clase de loco que sabe lo que hace, un loco que fácilmente puede encajar en un mundo de cuerdos, ¿La prueba? Vincent Dallas, por ejemplo. La razón por la que se pone tanta vigilancia es que hay gente que teme esa clase de locos que bien parecen cuerdos. En resumen, ellos sabían que vendríamos y nosotros sabíamos que, como buenos cuerdos que son, estarían protegidos contra los locos. Peros nosotros tenemos una parte de cuerdo, sabemos cómo se comportan los cuerdos, así que sabíamos que estarían preparados y esa era la auténtica razón por la que estábamos allí ese día. Simplemente, somos los locos adecuados para este trabajo de cuerdos.
Ahora que sabía la verdad, que me había dado cuenta de lo que en realidad era este estúpido juego, sabía lo que tenía que hacer y poco importaban los perros, las cámaras y todo lo demás, porque sabríamos lo que teníamos que hacer. Yo ya sabía lo que tenía que hacer y, por fortuna mi compañero fue lo bastante sagaz como para darse cuenta también. Sólo intercambiamos la mirada y sonreímos al mirarnos, seguros de que es lo que teníamos que hacer. Ya estábamos dentro, una vez dentro no teníamos rival. Era la hora de desatar el caos.
-No hay mejor entrada que la principal.  –Le contesté a James, este se dedicó a asentir simplemente con un gesto decisivo.
No había ventanas, ni cornisas ni ningún lugar remotamente bueno para adentrarse en la torre principal salvo por la puerta principal. ¿Cuál era la solución? Entrar por la puerta principal. Pero estaba cerrada y férreamente vigilada, así que, sólo teníamos que obligar a que la abrieran y el primer paso era encargarnos de esos malditos focos. Subir allí, matar a los guardias y enfocar con los focos hacia otros lugares, y los guardias no tendrán más remedio que venir hacia nosotros. Si nos encargábamos de unos cuantos guardias, seguro que abrirían la puerta. Era lógico pensar que tendrían artillería pesada por si alguien se adentraba y las cosas se ponían feas. Aprovechando la confusión de la batalla, aprovecharemos ese momento para entrar por la puerta principal como si nada, ya que su atención estará centrada en las torres, ya que al mover los focos pensarán que estamos por allí.
Sólo teníamos que pasar inadvertidos hasta que llegásemos a las torres de vigilancia. Tal y como pensé, no estaban tan vigiladas como la puerta principal, que necios. No fue muy difícil llegar hasta allí, además, sólo había dos torres de vigilancia. De las que ocuparnos, había otras dos en la parte de atrás, pero no debíamos hacer nada con ellas si el queríamos que el plan saliese bien, nos interesaban las que estaban en la parte de delante, la parte donde estaba la entrada principal, ese gran portón de la torre. Así que James fue a la torre izquierda y yo a la derecha. Ambos subimos y nos encargamos del guarda sin que nadie se diese cuenta de nada. Y tal como habíamos planeado desde un principio, nos encargamos de enfocar la luz hacia otro lado. Los guardias no dieron la alerta directamente, unos cuantos subieron a comprobar lo que pasaba. El pan estaba saliendo incluso mejor de lo que lo habíamos planeado, pero aún quedaba mucho como para empezar las celebraciones. Ahora empezaba el auténtico espectáculo. Vi a James bajar de un salto de la torre y matar al primer guardia. Yo decidí esperar un poco más, a que aquellas sabandijas se reuniesen en torno a mi área, lo suficiente como para no tener que correr tras ellas. Un buen cazador espera a que sus presas vengan a ellas y no al revés.
Finalmente, las presas llegan a su destino y yo, cómo el león que caza al antílope, me lanzo con la misma ansia y ganas de devorar. Ni siquiera doy tiempo a que se den cuenta de que está pasando, ni siquiera se dan cuenta de que estoy allí siquiera. Mis cuchillas atraviesan sus dos primeros gaznates. La adrenalina de mi cuerpo empieza a surtir efecto, mi sed de sangre empieza a ser saciada. Con una sonrisa de satisfacción identifico a mis dos siguientes víctimas y, al igual que las primeras, me abalanzó sobre ellas sin que se den cuenta de nada. Un guardia consigue percatarse de mi presencia e intenta dar la voz de alarma, pero apenas consigue gritar cuando mi diminuto compañero afilado ya ha perforado su garganta y cae al suelo inerte sin terminar poder llevar a cabo su grito de aviso.
Tal como habíamos previsto la alarma no tarda en aparecer. Por fin se dan cuenta de que estamos dentro. El portón de la torre principal se abre y comienzan a salir hombres con bazucas y vehículos con ametralladoras y cañones. Así que era esto lo que guardaban dentro con tanto celo. Me parece demasiada molestia para una chiquilla que tiene aspecto de no haber matado una mosca en su vida. Los vehículos comenzaron a disparar sin contemplaciones contra la muralla, pero James y yo ya no nos encontrábamos allí. Nuestro plan era un éxito.
Aprovechamos la confusión del tiroteo para pasar a toda velocidad por el patio. A pesar de todo algunos guardas nos ven y comienzan a dirigir sus disparos hacia nosotros, pero conseguimos entrar en el portón.
-¡Cierra el portón Rekkie-Maru! –Grita James.
Veo el mecanismo del portón justo a mi lado derecho. Sin pensarlo dos veces le doy una patada al mecanismo que cierra el portón y deja fuera a la mayoría de nuestros enemigos. No habíamos librado de una buena sin duda, pero aún estábamos lejos de acabar la misión. La misión sólo se acaba cuando cumples tu objetivo. No conviene celebrar otra cosa que no sea el cumplir tu objetivo principal, ya que sólo sirve para distraerte de tu verdadero objetivo.
-Debemos darnos prisa. –Dije.
Aquella torre parecía aún más grande por dentro. Al fondo de donde me encontraba, había un gran hangar con vehículos dentro. Debía ser de allí de donde salieron todos aquellos vehículos de guerra. Me extraña que no cogiesen todos los vehículos, pero aun así, el hecho de que hayan cogido los vehículos me hace pensar que nuestro plan no sólo ha funcionado si no que podría considerarse en la categoría de obra de arte. Sólo dos hombres habían conseguido que todo un ejército de mercenarios sacase a relucir todo su arsenal. Sin duda ellos debían pensar que les estaba atacando un grupo grande. Menuda decepción se van a llevar cuando vean que han sido dos los que han diezmado de tal manera sus filas. Aún no había saciado del todo mi ansía y sinceramente, tenía la esperanza de que hubiese más sorpresas dentro de la torre. Seguro que había algún mecanismo de defensa.
Mientras James y yo subíamos a lo alto de la torre. De vez en cuando encontrábamos una sala grande o pasillos que interconectaban con más escaleras. Comencé a tener dudas de si realmente nos dirigíamos a la dirección correcta, aquel lugar tan tenuemente iluminado y de paredes antiguas se había ganado a pulso la definición de laberinto. Cuando ya comencé a pensar que nos iba ser difícil encontrar nuestro objetivo. Al subir el siguiente piso vimos a un grupo armado con hachas y espadas. Había un par de hombres realmente enormes equipados con hachas de dos manos. ¡Qué risa!
-Yo me encargo. –Le dije a mi compañero, el cual sólo se dedicó a asentir.
-Estaré aquí por si necesitas mi ayuda. –Se ofreció, aunque luego echó un ojo al grupo de seis hombres que había en total y añadió: -Aunque no creo que me vayas a necesitar.
Ni siquiera me molesté en pasar desapercibido, salí de la esquina como una sombra, pude ver las caras de sorpresa de aquellos seis hombres, pero inmediatamente se transformó en una sonrisa. Ellos se encontraban al fondo de la sala, cubriendo las escaleras, por lo que no había forma de pasar por allí sin que te vieran. ¿Qué mejor que dar directamente la cara?
-¡Parece que se han colado ratas! –Exclamó uno de los hombres grandes. Uno calvo y muy alto que estaba en buena forma, sin embargo su compañero de estatura era un hombre muy corpulento con una gran barriga y de pelo castaño sucio, tenía pinta de ser maloliente también.
Los demás se dedicaron a reír la burla del hombre calvo. Les contesté con una sonrisa de superioridad, el hombre calvo torció el gesto de forma desagradable, al parecer le incomodaba mucho mi gesto de seguridad.
-Estas muy lejos de casa, vaquero. –Comentó uno de los hombres pequeños, aunque más altos que yo. –Sólo eres una rata, mírate, pareces un enano.
Los seis hombres entonaron una sonora carcajada burlona, sin embargo yo me quedé estático sin cambiar para nada mi gesto de seguridad. Una vez más ellos reaccionaron molestos ante mi impasividad. Lo cierto es que si trataban de impresionarme, aún estaban muy lejos de conseguirlo. El grupo se empezó a poner nervioso, uno de ellos dio una patada a un barril que estaba a su lado en el fondo de la estancia, sin duda había donde elegir. Me aparté en un sencillo movimiento, sin variar para nada mi gesto. Hasta que, finalmente los seis avanzaron hacia mí.
Ni siquiera me molesté en moverme, decidí esperar hasta el último momento, podía leer sus movimientos como el sumario de un libro abierto. Era tan predecible que no merecía la pena ni siquiera hacer el esfuerzo de moverse.
-¡Apártate loco! –Gritó James.
De pronto una lluvia de espadas y hachas cayó hacia mí, un simple movimiento me bastó para que solamente pasaran silbando cerca de mi cuerpo. Detuve una de las hojas con la mano, en cuanto al resto, acabaron clavadas en el suelo o bien pasando por mi lado sin ni siquiera rozarme. Sólo había movido mi brazo izquierdo y me complació ver el rostro lívido de terror de todos aquellos hombres, que en ese momento depararon en el error que habían cometido, se dieron cuenta de que no podían salir victoriosos, por no mencionar vivos.
-Mi turno.
En un instante, convertí todo en una danza sangrienta, aquellos hombres no tuvieron tiempo ni de responder a mis ataques, mi rapidez era tan superior a la de ellos que simplemente, no tenían la capacidad de poder ver siquiera mis ataques. Me bastaron unos sencillos movimientos para acabar con la vida de los seis hombres en un abrir y cerrar de ojos. Observé la mirada de mi compañero cuyo rostro no podía salir de la sorpresa, incluso parecía haber algo de terror en aquellos ojos verdes.
-No me extraña que te tengan tanta estima. –Contestó finalmente con voz entre cortada. –Ni yo podría haberme encargado de ellos tan rápidamente, haces que parezca fácil.
-¿Vas a hacer la misión o vas a perder el tiempo elogiándome? Todo es fruto de un severo entrenamiento, James, sólo eso. Tenemos que seguir.
James asintió vagamente, se puso en pie y proseguimos hacia el siguiente piso, allí es donde debía estar el objetivo.
Este último piso tenía algo especial. Era más grade que los demás, casi inmenso. La tibia luz de la noche penetraba por sus grandes ventanales, el bello destello colorido que emitían bañaba la estancia que proporcionaba cierto halo de tranquilidad. Habría dicho que estábamos solos de no ver a la muchacha joven de cabello moreno que estaba atada en la silla, su mirada era triste y caían lágrimas por sus ojos castaños.
-¡Ayúdenme por favor! –Gritó desesperada.
-¿Sabes Rekkie-Maru? Hoy has estado espléndido, me avergüenza reconocerlo, pero hoy has sobresalido en la misión. Debes ser tú quién tenga el honor de acabar todo esto.
-No me parece peligrosa. –Respondí dudoso. –No es como otros a los que hayamos matado. Mírala, está muerta de miedo.
-¿Es que vas a dudar ahora?, ¿Tanto te gusta la chica Rekkie-Maru? –Se burló entre carcajadas. -¿No me irás a decir que ahora tienes sentimientos?
-No es eso, es sólo que me parece extraño. Las personas a las que solemos matar no tienen miedo antes de saber que van a morir. Te plantan cara, pero ella… es la primera vez que veo que una víctima tiene miedo antes de saber que va a morir, probablemente ni siquiera sepa que vamos a matarla. Se supone que es tabú matar a inocentes.
-La orden nos mandó matarla, si lo han hecho será por algo. Pensaba que te excitaba la sangre Rekkie-Maru, pero te veo con dudas, ¿Quieres que me encargue yo?
-No. Es hora de acabar con esto, tú lo has dicho, no debería importar tanto si es inocente o no, estoy aquí porque matar me hace sentir libre, si la orden lo ha mandado yo tengo que cumplirlo. Al fin y al cabo, sólo soy un asesino.
-Claro, este es nuestro destino. Te lo has ganado, tienes que hacerlo. –Insistió James.
Pero no hacía falta insistir más, era raro, ¿Pero que importaba al fin y al cabo? Sólo estaba allí para matar, por eso me hice miembro de la orden, dudar es de débiles. Sólo tenía que acabar la misión de una vez por todas. El tiempo pareció ralentizarse a mí alrededor y sin embargo, mi corazón latía a un ritmo desenfrenado. Era aquella emoción por lo que era asesino, ese momento anterior en el que sabes que vas a acabar con la vida de uno, como un momento de trance que te hace sentir como un dios en un mundo de mortales. Eso es lo que era, el motivo por el cual hacía lo que hacía, porque por un momento me hacía sentir superior, por un breve instante no era mortal.
Por fin concluyó esta misión.