martes, 13 de diciembre de 2011

No Soy Un Asesino - Capítulo 1 La Misión


Hola seguidores bloggeros, me llena de orgullo y satisfacción mostraros el primer capítulo de mi ambicioso proyecto. El título tiene su explicación, sé que lo encontraréis contradictorio al principio, pero de eso se trata. Prefiero no desvelar nada, ya se irá viendo con el tiempo. A ver si os gusta la ambientación en plan apocalíptica y si no... pues yo ya tengo mi plan para hacer la historia así que al le guste bien y al que no también, pero siempre se agradecen las opiniones. Saludos.

No Soy Un Asesino


Capítulo 1 La Misión

Mi nombre es Rekkie-Maru y soy un asesino.
Otros tienen sus hobbies, el mío es matar gente, ¿Por qué? Realmente no sé la razón, pero la satisfacción de matar a otro ser humano es indescriptible para mí, me hace sentir completo. Algunos me llaman monstruo pero la verdad es, que cuantas más personas mato mejor me siento conmigo mismo y más despreciable me parece la humanidad.
Los soldados hacen lo mismo que hago yo en la guerra y a ellos les dan medallas por proteger la integridad de su país. A mí me persiguen y soy un monstruo… en fin, la sociedad da asco, ¿Realmente hago algún mal?
Por eso ingresé en el gremio de asesinos conocido como “Los Moradores de La Noche”. Ellos me dan seguridad mientras puedo ejercer mi afición sin preocupaciones, además pagan por ello, y es tan sencillo como seguir unas simples normas.
La primera y más importante es no matar a inocentes. Es fácil, ya que a mí me gustan los retos y no hace falta decir, que cuando peor es una persona más difícil de matar se vuelve. Por ello, esto de matar gente culpable no me incomoda, es un incentivo para superarme a mí mismo.
La segunda es no matar a tus compañeros de oficio. Es tentador, hay gente habilidosa, pero eso complicaría las cosas. Mis compañeros me perseguirían y, aunque soy muy bueno en esto, no puedo contra todos. No, es demasiado complicado, es meterse en demasiadas complicaciones y me gusta ver los amaneceres de los días demasiado como para ello. Una forma tonta de complicarse la vida y me gustan las cosas sencillas.
La tercera y más importante es no comprometer al gremio. Por eso Los Moradores tienen la gentileza de darnos una identidad falsa, una vida “normal” por si algún día se compromete al gremio, poder protegernos y establecer un nuevo gremio de forma rápida.
El castigo por cualquiera de estas tres normas es la muerte, así que procuramos no pecar, el gremio está más pendiente de nosotros de lo que parece.
Así que, mi oficio me obliga a tener una doble personalidad, por el día soy Vincent Dallas, médico forense en el departamento de policía. Un tío amable, carismático y detallista. ¿Quién acusaría al humilde Vincent de ser un asesino? De eso exactamente trataba la falsa identidad que nos creaba el gremio. De ser una persona normal.
Por supuesto, el gremio de Los Moradores de La Noche tenía otras muchas normas y para cada norma tenía cierto nivel de castigo. Dependiendo del nivel de la norma, uno tenía su merecido castigo. Como he dicho, las tres leyes básicas se castigan con la muerte. Para mí esto me resulta fácil.
Lo difícil es ser Vincent Dallas. Sonreír, mostrar siempre esa máscara de amabilidad y de falso compañerismo… no lo soporto. A veces cuando vuelvo a casa, no sé realmente quién soy, ser Vincent desata aún más mis deseos de matar, me hace ver lo asquerosas que son las personas. Todos con su falsa modestia, intentando ser algo que no son. Amigos, compañeros… no es más que un juego para darle sentido a algo que no lo tiene: La vida.
Hace tiempo que en este mundo sólo hay dos opciones: Matar o morir y, desde luego no me gusta la muerte, en eso supongo que no soy distinto al resto de humanos. Temo a la muerte, por eso hago lo que hago. Trabajo para ella.
Me levanto perezosamente sabiendo que me espera otro día más… pero hoy no es un día normal, hoy podré matar. Me han asignado una misión. Pensar en ello hace que me anime poco a poco. Miro la ficha.
En ella aparece la foto de una chica de pelo moreno, por algún motivo, la foto despierta cierto grado de inquietud en mi mente. En el folio aparece el nombre de Midori Pallmer, una chica de pelo moreno liso, rostro estructurado, ojos de un marrón intenso y una expresión que revela tristeza. Tienes suerte Midori, pronto aliviaré tus penas.
Dejo el folio sobre la mesa y me aproximo al cuarto de baño. Miro mi rostro en el espejo sin estar seguro de si veo a Rekkie-Maru o a Vincent Dallas. Abro el grifo y echo un charco frío de agua sobre mi rostro y vuelvo a contemplar mi imagen, como si me hubiese purificado. Ahora estoy seguro de que veo al asesino, su sonrisa y expresión de seguridad en sí mismo le delatan. La emoción me embarga. Voy a ser emisario de la muerte después de una espera que se me ha hecho eterna, es como salir de una pesadilla en la que parece que no vas a despertar.
Me acercó a la ventana y admiro el desolador paisaje que me rodea. El paisaje del año 2253. El horizonte asomaba con timidez descubriendo con la puesta de sol el apocalíptico mundo que quedaba ahora desde la desgracia que hubo en 2012. Después de aquello el mundo dio un cambio radical y pocos años después hubo una guerra para ver quién se quedaba con el monopolio mundial que antes tenía Estados Unidos. Fue la tercera guerra mundial, y bien lejos de ayudar al mundo, gracias al potencial de armas nucleares y bombas de gran potencia el mundo cambió una vez más. Aún hoy en día duraba la guerra fría entre la mayoría de los países, espiándose unos a otros sin atreverse a enfrentarse dado que, al fin y al cabo, si destruyen el mundo también destruirían su negocio. Las continuas guerras paralizaron el mundo de la tecnología, por lo que aún hoy en día seguimos usando mucha de la tecnología que había en el año 2012, incluso se ha dado paso a tecnologías anteriores.
Ahora las ciudades son más parecidas a refugios. Los grandes edificios ya no son prácticos, son una molestia. Se han sustituido por grandes bloques horizontales que forman nichos de hormigón y contrachapado de hierro en las que hay minúsculas viviendas. Los más afortunados viven en casas unifamiliares convencionales… bueno, por supuesto también debidamente protegidas, aún con la guerra fría nadie se atreve a estar sin protección. La gente de esta era vive con miedo, pero se intenta aparentar de alguna manera que todo esto es normal.
Sin embargo hay algo que no ha cambiado y que nunca cambiará. Se trata de la estupidez humana. Las personas siguen luchando únicamente por sus únicos intereses, la guerra fría ha traído a más crimen organizado que nunca. Por eso han aparecido gremios especialmente entrenados como el de Los Moradores que se dedican a proteger a los inocentes, o lo que ellos designan como inocentes. A mí me parecen ignorantes más bien, la gente, igual que siempre, no sabe plantar cara a las situaciones.
Pero a mí todo esto me da igual. El mundo está podrido y la gente que yo mato no se echa de menos, desde luego. Lo irónico del asunto es que muchos de mis compañeros han sido como la gente que matamos en el pasado, algunos aceptan redimirse a cambio de luchar por el gremio. ¿Quién no aceptaría? Puedes dar rienda suelta a tu lado oscuro y nadie te dice nada, es más, te premian por ello. Bien es cierto que si mis compañeros fuesen más listos se apoderarían de la orden, pero es una incomodidad y, a las personas nos gusta vivir acomodados. En el fondo nos gusta que nos digan que es lo que tenemos que hacer. En ese aspecto creo que también soy así, es decir, matar me produce satisfacción y he conseguido encontrar algo en donde puedo ejercer ese placer sin miedo a que nadie me señale con el dedo. Puedo vivir sin que nadie me persiga. En realidad es una vida sencilla, sin preocupaciones, sólo me cuesta hacer el papel de Vincent pero hasta ahora lo he hecho bien.
Hoy no tengo que ser Vincent, ya que Vincent está en su día libre y además esta noche tengo una misión. Perfecto. Después de una larga espera la luz del ocaso reluce por fin a través de mis ventanas. Sacó mis herramientas y mi armadura, la emoción me apremia pero yo prefiero tomarlo con calma. No hay que ser impaciente, la primera regla de un asesino es ser cauteloso, pasar desapercibido. Un asesino impaciente no dura mucho. Respiro cogiendo aire por la nariz y soltando bocanadas por la boca. Echo un último vistazo a mi reloj, los dígitos indican que es la hora que quería saber. Me apresuró a atarme las botas y, finalmente, me pongo en marcha. Aún a pesar de que soy el número uno del gremio y llevo haciendo años esto, sigo sintiendo esos nervios anteriores a realizar el trabajo. Y he de decir que es una parte de este trabajo que me gusta, otra de las razones por la que siento que esto merece la pena. La excitación antes de la muerte hasta que concluyes tu misión y sienes ese gran orgasmos que produce el asesinato de un miserable humano. Así es… tal vez el paisaje haya cambiado, las ciudades sean caóticas y La Tierra una ruina, pero el ser humano sigue siendo tan despreciable como siempre.
Finalmente me coloco emocionado mi capa negra con el distintivo de la orden, un rombo con dos serpientes enroscadas formando una cruz simétrica… nunca he entendido muy bien el significado de estos símbolos, pero tampoco creo que sea algo que merezca la pena pensar, la verdad.
Por fin llegué al lugar de encuentro con mi compañero, muy cerca de donde se encontraba Midori. Menuda sorpresa me lleve al ver que se trataba de una refinería de petróleo. Aunque había algo extraño en todo esto. El lugar estaba férreamente amurallado, alambres al final de las altísimas paredes de hierro macizo, por no mencionar la minuciosa vigilancia. Esa Midori debía ser un pez gordo… o la retenían por algún motivo. Preferí no pensar en ello.
-¿Alguna idea para entrar? –Me preguntó mi compañero en gesto inquieto.
-Tiene que haber algún camino alternativo, busquemos bien, no debemos exponernos. –Le respondí.
Después de mirarle a la cara a través de su capucha fui capaz de reconocerle. Mi compañero de aquella noche era, nada más y nada menos, que el grandioso y experto James Guilbert, aunque seguro que ese no es su nombre real, como el de todo el mundo. Que yo tenga la gentileza de usar mi auténtico nombre para el trabajo no quiere decir que los demás hagan lo mismo. Él era uno de los mejores. Otro motivo más por el que esta misión estaba resultando muy rara. ¿Dos asesinos de élite para matar a una joven con cara de no haber hecho daño ni a una mosca? Sé que muchas veces las apariencias engañan, pero era difícil de creer. Ya desde el principio la misión tenía todas las papeletas para ser algo fuera de lo normal, esto no era más que la guinda de pastel. Por otro lado, me alegré de que me hubieran asignado algo tan difícil, tendría que llevarme a más de uno por delante y, viendo el nivel de vigilancia del lugar, se trataría de personal entrenado. Quién sabe, a lo mejor hasta logran herirme, puede ser un reto divertido.
-Bien Rekkie-Maru, ¿Cómo lo vamos a hacer? Ni siquiera una sombra podría entrar allí.
Examiné sus ojos verdes y respondí.
-Nosotros somos aún menos visibles que las sombras, amigo.
-¡Tú desde luego que sí! –Comentó con una sonora carcajada burlona.
Estoy acostumbrado a la que gente me trate así, soy más bajo que la media, más o menos un metro sesenta y cuatro centímetros cuando la media es de un metro ochenta. Que se rían de mí si quieren, pero ser más bajo me permite ser mucho más ágil. Estoy seguro que James no volverá a meterse conmigo en cuando me vea en acción, incluso con mi entrenamiento (en el que empleo peso extra para mi cuerpo durante casi todo el día) soy mucho más rápido que él, incluso ahora mismo llevo ese peso extra que uso. Sólo suelo liberarme de él sólo si es realmente necesario.
James y yo investigamos la zona concienzudamente, buscando un resquicio, aunque fuese minúsculo para poder entrar en la fortaleza inexorable, pero resultó inútil. Después de este primer vistazo, mi compañero sacó un plano del recinto y sus proximidades y comenzó a mirar posibles entradas. La refinería se encontraba a casi treinta kilómetros de la ciudad, pude llegar con ayuda de mi excelente todoterreno aunque tuve que andar un buen trecho a pie.
-Mira, parece que hay también un pueblo de insurgentes.
-¿La resistencia? –Pregunté exaltado. Si se trataba de la resistencia ya tenía un plan en mente.
-Sí, parece que suele haber atentados con frecuencia.
Esta afirmación de mi compañero de oficio aseguraba aún más mi plan, me hizo sentir mejor de lo que una copa de vino le hace sentir a un borracho en sus momentos de decadencia. Debido a la guerra fría, había una serie de personas que no estaban dispuestos a soportar la presión de los gobiernos en su país. Muchos querían seguir luchando por sus creencias y su libertad, pero sin embargo, los gobiernos de los países seguían en ese enfrentamiento indirecto. Desde que finalizó la guerra en el año 2038, comenzaron a surgir grupos de resistencia que se oponían a la “poca ansia de sangre” por parte de sus líderes. A medida que la guerra fría siguieron nacieron nuevos grupos, cada vez más poderosos, casi todos con el mismo objetivo común. Acabar con el sufrimiento de la guerra de una vez por todas, o bien concluirla por medios pacíficos o bien con sus propios medios. Algunos llaman a estos grupos de rebeldes neo-terroristas. En esta sociedad no necesitas matar a nadie para ganarte el odio del pueblo y el gobierno. Simplemente hace falta tener unos ideales distintos que puedan poner en peligro la integridad del poder vigente, la libertad no es algo muy respetado tal y como está el mundo, sólo la supervivencia. Sea como fuere yo pensaba aprovecharme de ello para llevar a cabo mi misión.
Había estudiado el plano meticulosamente, tanto antes de venir como ahora. Quería tener claro mi plan de actuación. Los neo-terroristas solían tener varios tipos de objetivos: Las ciudades, sobre todo lugares que simbolizaban el poder, como ayuntamientos, parlamentos y despachos, podían ser gente inocente, o bien, otros neo-terroristas que tuviesen unos ideales contradictorios a los suyos. La última opción era mi apuesta. En el mapa se puede ver una zona en la que hay un alcantarillado tapiado con unas simples vallas. Fácil de explotar, sin embargo el ruido alertaría a los guardias y vendrían a investigar enseguida y nos cogerían, o por lo menos sabrían que venimos por lo que nos esperaría un buen comité de bienvenida. Ahí entra en juego el asentamiento de neo-terroristas. Pondremos una bomba de alta potencia en su lugar de asentamiento, como su seguridad deja mucho que desear será un juego de niños colarse allí y preparar algo. Para los barrotes no será necesario un explosivo de alta categoría, por lo tanto, el explosivo de alta categoría taparía el sonido del de menor categoría, además, como la zona del alcantarillado está dentro de un túnel apenas se notará el humo de la explosión, cosa que si pasará en el lugar del campamento. Si los guardias de la refinería conocen el terreno, sabrán lo del campamento y si quieren asegurar su infranqueable fortaleza se verán obligados a por lo menos investigar lo sucedido. No sólo entraremos, sino que además reduciremos considerablemente la seguridad, aunque una vez dentro no será tampoco cosa de coser y cantar. Una vez le conté el plan a James este sonrío plácidamente como un crío que acaba de conseguir su preciada golosina.
-Eres un genio. –Concedió sin ceder esa estúpida sonrisita triunfal de su cara.
Sin más vacilación, lo preparamos todo. James fue al asentamiento y yo a la zona de la alcantarilla que, para grata sorpresa mía, no estaba vigilada. Sería aún más fácil de lo que pensaba. Me alejé hacia el punto de encuentro sigilosamente, esperando impaciente a que apareciese James y poder culminar la explosión, obviamente, si queríamos que el plan funcionase, teníamos que sincronizar la explosión de ambas bombas. Reconozco que los nervios consiguieron apoderarse de mí durante breves instantes.
Mi compañero por fin llegó, tal como pensaba no le costó mucho esfuerzo colarse, no parecía para nada fatigado ni tenía signos de lucha en su ropa, lo cual significaba que no había sido visto, se nota que James es uno de los mejores de por aquí. Nuestro punto de encuentro era la zona más cercana de las alcantarillas en la que no nos podía afectar los restos de la explosión y así entrar rápidamente sin ser vistos y aprovechar la confusión para adentrarnos lo máximo posible antes de que se dieran cuenta de lo que había pasado en realidad. Con mucha cautela, conseguimos sincronizar a la perfección las dos bombas. Eché una ojeada con los prismáticos a lo alto de la muralla para comprobar la reacción de los guardias, ellos hacían lo propio en dirección al asentamiento neo-terrorista, esperamos unos instantes hasta que, finalmente, unos cuantos guardas se decidieron a ir a investigar.
-Han picado el anzuelo esos idiotas. –Sonrió James, por una vez decidí compartir la sonrisa.
Sin mediar más palabra nos colamos por el resquicio que habíamos abierto con nuestra explosión. Por desgracia, aunque el sonido había sido tapado por nuestra bomba señuelo que habíamos colocado en el pequeño poblado neo-terrorista, los efectos del explosivo resultaban obvios a la vista. No tardarían en descubrir que alguien había reventado su único punto débil y, sabiéndolo, me apostaría la mejor de mis cuchillas a que se pasarán a echarle un vistazo, la única duda que tengo es cuánto tiempo podrán tardar en descubrirlo, ¿Media hora más o menos? Tal vez menos, aunque brillante, mi plan dejaba un margen de tiempo limitado… pero una vez dentro podríamos empezar a deshacernos de los guardias, pero primero tendríamos que encontrar la salida adecuada para el dichoso túnel. Sin lugar a dudas, estaba muy lejos de ser la imagen que uno tendría de un paraíso.
Humedad, ratas, un camino estrecho que nos obligaba a ir agachados o incluso tumbados la mayor parte del tiempo, más ratas y, por supuesto, un olor que nadie querría en su cena de acción de gracias. Creo que la palabra peste se queda corta para definir lo tremendamente asqueroso que era aquél lugar. Por fortuna, James me advirtió de que veía una luz. Lo que significaba que debíamos estar ya debajo del patio y cerca tendría que haber alguna rendija para salir.
-Por aquí. –Susurró James de forma casi inaudible. –He encontrado una rendija, pero no sé cómo vamos a abrirla, lleva buenos tornillos.
-Puedes echarle el mismo ácido de los explosivos a esos tornillos, se derretirán en cuestión de segundos y no será necesario una explosión como la que hicimos para abrir el túnel, podremos abrir la rendija con nuestras manos para que no nos descubran.
Mi compañero siguió mi consejo y sacó uno de sus explosivos, lo manipuló cuidadosamente para no derramar su ácido, el cual era muy corrosivo y podía devorar con facilidad el metal como el hierro de aquella rendija, pero también podía hacerte un agujero indeseado en la mano o en alguno de los dedos. De esta forma no sólo explota la bomba, sino que además se consigue un efecto corrosivo en todo lo que afecte a la zona de la explosión, es de los artilugios más delicados que un asesino pueda tener en su alforja, pero obviamente, en estas situaciones hay que ser extremadamente cauteloso, así que entiendo que mi compañero se tome su tiempo, las manos son importantes para un asesino.
Al cabo de unos segundos, James retiró la rendija con sumo cuidado. Mantuvo la respiración y se ayudó con las mangas de su túnica procurando tocar lo menos posible el hierro candente.
-Ya está, ten cuidado. –Advirtió.
Pasamos por el estrecho pasaje y salimos a la superficie. Nos encontrábamos en el lado oeste del recinto. Al salir vimos un montón de contenedores apilados uno encima de otro, por suerte, no había mucha vigilancia en aquella zona. Sin duda la refinería era enorme. La torre alcanzaba tal altura que a duras penas se podía ver con los ojos. La torre estaba en el centro, rodeada por el patio interior. No se me dan muy bien las medidas, pero estoy convencido de que el patio alcanzaba alrededor de los doscientos metros cuadrados, tal vez incluso más. La zona de los grandes contenedores de almacenaje no estaba muy vigilada, pero el resto de zonas era otra cosa. Cualquiera diría que faltaba vigilancia, aunque era lógico que no mandasen muchas patrullas para comprobar una explosión que en esa zona en concreto además, era algo totalmente corriente.
-Tenemos que subir a lo alto de esa torre, ¿No? –Le pregunté a mi compañero que admiraba la torre con un destello de decisión en su mirada. -¡Ey!
-Sí… el objetivo está en lo alto de la torre. –Dijo saliendo de su ensimismamiento. -¿Pero cómo vamos a subir hasta allí arriba?, la puerta principal no es muy buena apuesta.
Efectivamente. A simple vista ya se podía apreciar que la puerta de la torre era sin duda alguna, de toda la fortificación, el lugar más fuertemente vigilado. Perros, cámaras, torres de vigilancia iluminando las posibles zonas de acceso. Sólo un loco pasaría por allí. Para desgracia de esos guardias, nosotros éramos de esa clase de locos, incluso peores. No éramos locos comunes y corrientes, éramos la clase de loco que sabe lo que hace, un loco que fácilmente puede encajar en un mundo de cuerdos, ¿La prueba? Vincent Dallas, por ejemplo. La razón por la que se pone tanta vigilancia es que hay gente que teme esa clase de locos que bien parecen cuerdos. En resumen, ellos sabían que vendríamos y nosotros sabíamos que, como buenos cuerdos que son, estarían protegidos contra los locos. Peros nosotros tenemos una parte de cuerdo, sabemos cómo se comportan los cuerdos, así que sabíamos que estarían preparados y esa era la auténtica razón por la que estábamos allí ese día. Simplemente, somos los locos adecuados para este trabajo de cuerdos.
Ahora que sabía la verdad, que me había dado cuenta de lo que en realidad era este estúpido juego, sabía lo que tenía que hacer y poco importaban los perros, las cámaras y todo lo demás, porque sabríamos lo que teníamos que hacer. Yo ya sabía lo que tenía que hacer y, por fortuna mi compañero fue lo bastante sagaz como para darse cuenta también. Sólo intercambiamos la mirada y sonreímos al mirarnos, seguros de que es lo que teníamos que hacer. Ya estábamos dentro, una vez dentro no teníamos rival. Era la hora de desatar el caos.
-No hay mejor entrada que la principal.  –Le contesté a James, este se dedicó a asentir simplemente con un gesto decisivo.
No había ventanas, ni cornisas ni ningún lugar remotamente bueno para adentrarse en la torre principal salvo por la puerta principal. ¿Cuál era la solución? Entrar por la puerta principal. Pero estaba cerrada y férreamente vigilada, así que, sólo teníamos que obligar a que la abrieran y el primer paso era encargarnos de esos malditos focos. Subir allí, matar a los guardias y enfocar con los focos hacia otros lugares, y los guardias no tendrán más remedio que venir hacia nosotros. Si nos encargábamos de unos cuantos guardias, seguro que abrirían la puerta. Era lógico pensar que tendrían artillería pesada por si alguien se adentraba y las cosas se ponían feas. Aprovechando la confusión de la batalla, aprovecharemos ese momento para entrar por la puerta principal como si nada, ya que su atención estará centrada en las torres, ya que al mover los focos pensarán que estamos por allí.
Sólo teníamos que pasar inadvertidos hasta que llegásemos a las torres de vigilancia. Tal y como pensé, no estaban tan vigiladas como la puerta principal, que necios. No fue muy difícil llegar hasta allí, además, sólo había dos torres de vigilancia. De las que ocuparnos, había otras dos en la parte de atrás, pero no debíamos hacer nada con ellas si el queríamos que el plan saliese bien, nos interesaban las que estaban en la parte de delante, la parte donde estaba la entrada principal, ese gran portón de la torre. Así que James fue a la torre izquierda y yo a la derecha. Ambos subimos y nos encargamos del guarda sin que nadie se diese cuenta de nada. Y tal como habíamos planeado desde un principio, nos encargamos de enfocar la luz hacia otro lado. Los guardias no dieron la alerta directamente, unos cuantos subieron a comprobar lo que pasaba. El pan estaba saliendo incluso mejor de lo que lo habíamos planeado, pero aún quedaba mucho como para empezar las celebraciones. Ahora empezaba el auténtico espectáculo. Vi a James bajar de un salto de la torre y matar al primer guardia. Yo decidí esperar un poco más, a que aquellas sabandijas se reuniesen en torno a mi área, lo suficiente como para no tener que correr tras ellas. Un buen cazador espera a que sus presas vengan a ellas y no al revés.
Finalmente, las presas llegan a su destino y yo, cómo el león que caza al antílope, me lanzo con la misma ansia y ganas de devorar. Ni siquiera doy tiempo a que se den cuenta de que está pasando, ni siquiera se dan cuenta de que estoy allí siquiera. Mis cuchillas atraviesan sus dos primeros gaznates. La adrenalina de mi cuerpo empieza a surtir efecto, mi sed de sangre empieza a ser saciada. Con una sonrisa de satisfacción identifico a mis dos siguientes víctimas y, al igual que las primeras, me abalanzó sobre ellas sin que se den cuenta de nada. Un guardia consigue percatarse de mi presencia e intenta dar la voz de alarma, pero apenas consigue gritar cuando mi diminuto compañero afilado ya ha perforado su garganta y cae al suelo inerte sin terminar poder llevar a cabo su grito de aviso.
Tal como habíamos previsto la alarma no tarda en aparecer. Por fin se dan cuenta de que estamos dentro. El portón de la torre principal se abre y comienzan a salir hombres con bazucas y vehículos con ametralladoras y cañones. Así que era esto lo que guardaban dentro con tanto celo. Me parece demasiada molestia para una chiquilla que tiene aspecto de no haber matado una mosca en su vida. Los vehículos comenzaron a disparar sin contemplaciones contra la muralla, pero James y yo ya no nos encontrábamos allí. Nuestro plan era un éxito.
Aprovechamos la confusión del tiroteo para pasar a toda velocidad por el patio. A pesar de todo algunos guardas nos ven y comienzan a dirigir sus disparos hacia nosotros, pero conseguimos entrar en el portón.
-¡Cierra el portón Rekkie-Maru! –Grita James.
Veo el mecanismo del portón justo a mi lado derecho. Sin pensarlo dos veces le doy una patada al mecanismo que cierra el portón y deja fuera a la mayoría de nuestros enemigos. No habíamos librado de una buena sin duda, pero aún estábamos lejos de acabar la misión. La misión sólo se acaba cuando cumples tu objetivo. No conviene celebrar otra cosa que no sea el cumplir tu objetivo principal, ya que sólo sirve para distraerte de tu verdadero objetivo.
-Debemos darnos prisa. –Dije.
Aquella torre parecía aún más grande por dentro. Al fondo de donde me encontraba, había un gran hangar con vehículos dentro. Debía ser de allí de donde salieron todos aquellos vehículos de guerra. Me extraña que no cogiesen todos los vehículos, pero aun así, el hecho de que hayan cogido los vehículos me hace pensar que nuestro plan no sólo ha funcionado si no que podría considerarse en la categoría de obra de arte. Sólo dos hombres habían conseguido que todo un ejército de mercenarios sacase a relucir todo su arsenal. Sin duda ellos debían pensar que les estaba atacando un grupo grande. Menuda decepción se van a llevar cuando vean que han sido dos los que han diezmado de tal manera sus filas. Aún no había saciado del todo mi ansía y sinceramente, tenía la esperanza de que hubiese más sorpresas dentro de la torre. Seguro que había algún mecanismo de defensa.
Mientras James y yo subíamos a lo alto de la torre. De vez en cuando encontrábamos una sala grande o pasillos que interconectaban con más escaleras. Comencé a tener dudas de si realmente nos dirigíamos a la dirección correcta, aquel lugar tan tenuemente iluminado y de paredes antiguas se había ganado a pulso la definición de laberinto. Cuando ya comencé a pensar que nos iba ser difícil encontrar nuestro objetivo. Al subir el siguiente piso vimos a un grupo armado con hachas y espadas. Había un par de hombres realmente enormes equipados con hachas de dos manos. ¡Qué risa!
-Yo me encargo. –Le dije a mi compañero, el cual sólo se dedicó a asentir.
-Estaré aquí por si necesitas mi ayuda. –Se ofreció, aunque luego echó un ojo al grupo de seis hombres que había en total y añadió: -Aunque no creo que me vayas a necesitar.
Ni siquiera me molesté en pasar desapercibido, salí de la esquina como una sombra, pude ver las caras de sorpresa de aquellos seis hombres, pero inmediatamente se transformó en una sonrisa. Ellos se encontraban al fondo de la sala, cubriendo las escaleras, por lo que no había forma de pasar por allí sin que te vieran. ¿Qué mejor que dar directamente la cara?
-¡Parece que se han colado ratas! –Exclamó uno de los hombres grandes. Uno calvo y muy alto que estaba en buena forma, sin embargo su compañero de estatura era un hombre muy corpulento con una gran barriga y de pelo castaño sucio, tenía pinta de ser maloliente también.
Los demás se dedicaron a reír la burla del hombre calvo. Les contesté con una sonrisa de superioridad, el hombre calvo torció el gesto de forma desagradable, al parecer le incomodaba mucho mi gesto de seguridad.
-Estas muy lejos de casa, vaquero. –Comentó uno de los hombres pequeños, aunque más altos que yo. –Sólo eres una rata, mírate, pareces un enano.
Los seis hombres entonaron una sonora carcajada burlona, sin embargo yo me quedé estático sin cambiar para nada mi gesto de seguridad. Una vez más ellos reaccionaron molestos ante mi impasividad. Lo cierto es que si trataban de impresionarme, aún estaban muy lejos de conseguirlo. El grupo se empezó a poner nervioso, uno de ellos dio una patada a un barril que estaba a su lado en el fondo de la estancia, sin duda había donde elegir. Me aparté en un sencillo movimiento, sin variar para nada mi gesto. Hasta que, finalmente los seis avanzaron hacia mí.
Ni siquiera me molesté en moverme, decidí esperar hasta el último momento, podía leer sus movimientos como el sumario de un libro abierto. Era tan predecible que no merecía la pena ni siquiera hacer el esfuerzo de moverse.
-¡Apártate loco! –Gritó James.
De pronto una lluvia de espadas y hachas cayó hacia mí, un simple movimiento me bastó para que solamente pasaran silbando cerca de mi cuerpo. Detuve una de las hojas con la mano, en cuanto al resto, acabaron clavadas en el suelo o bien pasando por mi lado sin ni siquiera rozarme. Sólo había movido mi brazo izquierdo y me complació ver el rostro lívido de terror de todos aquellos hombres, que en ese momento depararon en el error que habían cometido, se dieron cuenta de que no podían salir victoriosos, por no mencionar vivos.
-Mi turno.
En un instante, convertí todo en una danza sangrienta, aquellos hombres no tuvieron tiempo ni de responder a mis ataques, mi rapidez era tan superior a la de ellos que simplemente, no tenían la capacidad de poder ver siquiera mis ataques. Me bastaron unos sencillos movimientos para acabar con la vida de los seis hombres en un abrir y cerrar de ojos. Observé la mirada de mi compañero cuyo rostro no podía salir de la sorpresa, incluso parecía haber algo de terror en aquellos ojos verdes.
-No me extraña que te tengan tanta estima. –Contestó finalmente con voz entre cortada. –Ni yo podría haberme encargado de ellos tan rápidamente, haces que parezca fácil.
-¿Vas a hacer la misión o vas a perder el tiempo elogiándome? Todo es fruto de un severo entrenamiento, James, sólo eso. Tenemos que seguir.
James asintió vagamente, se puso en pie y proseguimos hacia el siguiente piso, allí es donde debía estar el objetivo.
Este último piso tenía algo especial. Era más grade que los demás, casi inmenso. La tibia luz de la noche penetraba por sus grandes ventanales, el bello destello colorido que emitían bañaba la estancia que proporcionaba cierto halo de tranquilidad. Habría dicho que estábamos solos de no ver a la muchacha joven de cabello moreno que estaba atada en la silla, su mirada era triste y caían lágrimas por sus ojos castaños.
-¡Ayúdenme por favor! –Gritó desesperada.
-¿Sabes Rekkie-Maru? Hoy has estado espléndido, me avergüenza reconocerlo, pero hoy has sobresalido en la misión. Debes ser tú quién tenga el honor de acabar todo esto.
-No me parece peligrosa. –Respondí dudoso. –No es como otros a los que hayamos matado. Mírala, está muerta de miedo.
-¿Es que vas a dudar ahora?, ¿Tanto te gusta la chica Rekkie-Maru? –Se burló entre carcajadas. -¿No me irás a decir que ahora tienes sentimientos?
-No es eso, es sólo que me parece extraño. Las personas a las que solemos matar no tienen miedo antes de saber que van a morir. Te plantan cara, pero ella… es la primera vez que veo que una víctima tiene miedo antes de saber que va a morir, probablemente ni siquiera sepa que vamos a matarla. Se supone que es tabú matar a inocentes.
-La orden nos mandó matarla, si lo han hecho será por algo. Pensaba que te excitaba la sangre Rekkie-Maru, pero te veo con dudas, ¿Quieres que me encargue yo?
-No. Es hora de acabar con esto, tú lo has dicho, no debería importar tanto si es inocente o no, estoy aquí porque matar me hace sentir libre, si la orden lo ha mandado yo tengo que cumplirlo. Al fin y al cabo, sólo soy un asesino.
-Claro, este es nuestro destino. Te lo has ganado, tienes que hacerlo. –Insistió James.
Pero no hacía falta insistir más, era raro, ¿Pero que importaba al fin y al cabo? Sólo estaba allí para matar, por eso me hice miembro de la orden, dudar es de débiles. Sólo tenía que acabar la misión de una vez por todas. El tiempo pareció ralentizarse a mí alrededor y sin embargo, mi corazón latía a un ritmo desenfrenado. Era aquella emoción por lo que era asesino, ese momento anterior en el que sabes que vas a acabar con la vida de uno, como un momento de trance que te hace sentir como un dios en un mundo de mortales. Eso es lo que era, el motivo por el cual hacía lo que hacía, porque por un momento me hacía sentir superior, por un breve instante no era mortal.
Por fin concluyó esta misión.

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