miércoles, 13 de octubre de 2010

Dream Theater

El sol se esconde tras su ajetreado día de trabajo dejando lugar a la magnánima señora luna, tan esplendorosa y carismática que nos muestra distintas caras.
En ocasiones se llena de alegría mostrando toda su magnitud a través de una fulgurante luz plateada que reluce con el esplendor tímido, como ostra que muestra el contenido de su caparazón, intensa como un diamante, misteriosa como sus hijos marinos que esconden joyas en su guarida.

Nosotros nos embarcamos en nuestros mundos del sueño protegidos por el manto nocturno que nos brinda nuestra guardiana la esfera lunar, en nuestros mundos oníricos varían muchas cosas, cambian de cara como la luna. Algunas veces se llenan de vida como la luna en su perfecta redondez, o se hacen inciertos, deprimentes, carentes de esencia, al igual que la cara que pone nuestro brillante paladín redondo cuando mengua y nos muestra sólo su lateral dispuesta a vaciarse.
Los sueños vacíos son como ese estado lunar, no obstante ese momento vacío y carente de vigorosidad se denomina nuevo porque una nueva fase de esperanza empieza a nacer en, la luna se recupera de su agonía y resucita con renovadas fuerzas, la fase creciente también se muestra en los reinos oníricos.
La fase en la que la esperanza es la clave y en los sueños se refleja como un creciente atisbo de progreso. Y el ciclo se reanuda grácilmente con la vuelta de nuestra carismática y siempre gentil círculo lunar perfecto, la luna, cuya intensa gracia se desvanece momentáneamente, al igual que los momentos de nuestra vida, la única diferencia es que la la luna llena siempre se esconde para volver igual de radiante que siempre, nuestros momentos son fugaces no vuelven, pero eso no quiere decir que aunque sean distintos sean menos resplandecientes.

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