miércoles, 4 de agosto de 2010

Oda al valor

Resuenan las trompetas, danzan sus notas cabalgando sobre el viento.

Arde el fuego de la juventud, brillan las velas de la esperanza. Nacen relucientes los primeros pétalos, flores de la primavera, se esconde el inverno del infierno castigador.

En el palacio de la noche, bajo un manto de estrellas que relucen en el espejo del cristalino lago. La fiesta es jugosa y concede su honor, a aquellos que blandieron sus armas en pos de un futuro mejor, por aquellos que aman la ciencia y construyen el futuro y no olvidando a los bravos que guían a las grandes personas en sus momentos más delicados. Brindemos por ellos en su eterna gloria cenarán un festín, llenarán el cielo de luz de artificios en memoria de aquellos que ya no tenemos y en memoria de ellos los que vendrán, por otros que se fueron y jamás regresarán, la música del desconsuelo resurgirá y sus notas serán atravesadas por los arqueros ardiendo en representación de un valor que en su día fue tan fuerte como las llamas que recorren las flechas.

Por todo lo que dejaron y aprendimos, parece que no hay esperanza en los tiempos venideros, nosotros la crearemos de lo que de aquellos aprendimos y lo nuevo que nosotros mismos aprenderemos.

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